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04 de septiembre, 2017
—Los chicos van a hacer una fiesta este sábado, ¿vamos?
—No —responde América sin siquiera pensarlo. Rio ante su respuesta tan rápida.
— ¿Por qué no? —Renato frunce el ceño.
—Odio las fiestas —dice mi amiga. Su mirada está en un libro nuevo que se ha comprado recientemente y no quiere distraerse de su increíble lectura, sin embargo, Renato no se lo permite.
—Yo tengo que presentar un proyecto sobre los sentimientos y las emociones —me encojo de hombros, indiferente. Las fiestas no son lo mío.
—Aburridas —resopla.
Estamos los tres almorzando en el comedor de la universidad y como obviamente Eduardo no estudia con nosotros él no está presente.
—Ve tú —le indico. Pincho mi jugoso y rico pollo a la plancha con mi tenedor y Renato sonríe antes de robarse un pedazo, sin duda alguna él tiene un problema con robarse mi comida.
—Iré y creo que convenceré a Dinchi para que me acompañe.
— ¿Erika no quiere ir? —pregunta América sin ningún sentimiento en su voz.
—Tiene que presentar el avance de un corto que le han mandado a hacer —se encoge de hombros antes de robarse una de mis papas, resoplo y él ríe.
—Entonces, apuesto que tú y Eduardo la pasarán genial.
—Eduardo y yo siempre la pasamos genial —sube y baja las cejas mientras una sonrisa pícara aparece en su rostro.
—Solo recuerdas que tienes novia y no tienes que caer en las tentaciones de alguna chica por ahí.
—En cambio, Eduardo está soltero así que empújalo a cualquier chica que encuentres —me burlo.
—Con mi Dinchi no te metas —se queja América cruzándose de brazos y olvidándose del libro que está leyendo.
—Tienes que dejar de ser tan celosa —sacudo la cabeza reprochando su actitud.
—Solo soy precavida —intenta justificarse.
—Claro —digo con sarcasmo—, por eso evitas que muchas chicas se le acerquen. Qué bueno que no está en la misma universidad que tú.
Ella resopla y vuelve la atención a su libro, Renato saca su celular para hablar con alguien me imagino y yo regreso a seguir comiendo mi pollo a la plancha.
— ¿Le preguntaste el apellido a Zack? —América me pregunta después de un rato lleno de silencio.
Sabía que me olvidaba de algo.
—No —respondo.
—Estoy esperando que consigas su apellido para buscarlo en Facebook —me riñe.
