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01 de enero, 2018

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01 de enero, 2018

Eduardo sopló las velas mientras el ambiente se llenó de gritos de Feliz Cumpleaños y Feliz Año Nuevo. Eso era lo divertido del cumpleaños de Dinchi, ya que juntábamos ambas celebraciones en una sola fiesta. 

Muchas persona empezaron a saludar a Eduardo, pero América fue hábil y supo escabullirse hasta encontrarlo por un momento solo para atacarlo con un abrazo. Renato y yo nos acercamos rápidamente para tener nuestro tradicional abrazo de cumpleaños. 

—¡Es momento de la locura! —grita Renato cuando nos alejamos. 

Podía decir que la fiesta es algo completamente nuevo a lo de años anteriores. Era en la casa de Renato, la cual era enorme y habían invitados que estaba seguro ni conocían a Dinchi pero igual lo saludaban. Se contrató un Open Bar, el cual estaba lleno de diferentes bebidas que estaba segura iban a afectar a los invitados tarde o temprano. 

Milagrosamente mi papá había llegado para pasar medianoche juntos pero yo avisé con mucha anticipación lo de esta fiesta, así que mis papás se quedaron en casa celebrando solo los dos. Hace tiempo que no estaban solo los dos, así que les envié un mensaje con varios gif de celebración. 

—¿Zack va a venir? —me pregunta Eduardo con bastante curiosidad. Él se encuenta viendo alrededor buscando a alguien con la mirada. 

—No creo, le mandé un mensaje hace un rato y hasta ahora no me contesta. 

—Bueno —me toca el hombro, como si me consolara—, espero te conteste y eventualmente llegue. 

Y se fue caminando a perderse entre la multitud de personas. Observé a Mare caminar de un lado a otro, perdida. Me preocupaba bastante que estuviese dando vueltas, me acerqué a ella con rapidez.

—Oye, ¿estás bien? —le pregunto al llegar a ella. América parece sorprendida ante mi pregunta, me quedo observándola en completo silencio. 

—Joaquín no me llama —dice, dólida.

—¿Por qué no lo llamas tú?

—Porque soy orgullosa —observa al suelo, apenada por su respuesta.

—Mare...

Algo que puedo rescatar de mi mejor amiga estos últimos días es que no se ha hundido en la depresión con el supuesto fin a su relación con Joaquín. Admiro que esté con la frente en alto y simulando sonrisas a todas las personas que le rodean, sobre todo porque estamos celebrando año nuevo. Pero verla algo perdida sí me preocupa.

Cuando mi continente favorito se aleja mi celular vibra en mi bolsillo, a la primera vibración lo ignoro y sigo caminando hacia la sala, pero con la segunda vibración me acuerdo que tengo un novio y no le he enviado un mensaje de año nuevo.

La culpa recorre todo mi cuerpo en este preciso instante. Lo puedo repetir diez mil veces y lo seguiré repitiendo hasta que llegue a creérmelo por completo: Estoy intentando ser buena novia. Pero los gestos lindos no me nacen, no puedo ser algo cursi y ni siquiera me acuerdo del chico en cuestión. Y... tengo que dejar de quejarme y hacer algo al respecto.

Cómo me conquista el doctor de mis sueños en 21 semanas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora