Entro a mi carro y desbloqueo la puerta del copiloto para que el doctorcito entre de acompañante.
—Tienes que saber que no soporto los celos —le digo poniendo la llave donde se debe para encender el carro y ponerlo en marcha.
—Lo sé, Leslie —murmura bajando la mirada a su regazo.
—Y que si vuelves a hacer algo así, te mando a la China —le advierto.
Mi voz suena más severa de lo que intento, eso me hace ver más drástica creo yo.
—Estoy advertido —levanta sus brazos en actitud de rendición—. Pienso compensar todo lo que dije. Eres muy importante en mi vida, Leslie y estas últimas semanas me he sentido la peor persona del mundo.
—Deberías —digo cortante sin apartar la mirada del camino—. Eduardo y Renato son mis amigos desde que somos pequeños. Renato tiene novia y Eduardo creo que tiene algo con la hermana de Mare, así que por favor no vuelvas a tener celos de ellos y la verdad, espero que de nadie más. Eres el único chico que estoy dejando entrar en mi vida para pero va a ser de a pasitos. Pasitos de bebé —recalco.
Nos quedamos en silencio y aprovecho el momento para prender la radio, al instante una canción de Artic Monkeys inunda el ambiente a nuestro alrededor. Por el rabillo del ojo observo como él abre y cierra su boca, está analizando sus palabras una por una antes de malograrla de nuevo.
—No volverá a pasar, lo prometo —dice al cabo de unos segundos, su mirada está puesta en la ventana de a su costado y su codo apoyado en esta misma.
—Espero que cumplas tus promesas.
—Realmente me importas —declara observando fijamente el camino por delante—, en estos momentos quiero anunciar al mundo entero que a pesar de haberla jodido varias veces me estás dando una tercera oportunidad.
Tomo una gran bocanada de aire por la nariz para después expulsarla por la boca.
Cálmate, Leslie.
—Solo amigos —digo tajante. No tengo ánimos de discutir con él sobre esto.
Él voltea a verme asombrado, por el rabillo del ojo puedo notar que tiene muchas ganas de refutar lo que acabo de decir pero se da cuenta por mi semblante serio que no quiero hablar de ello.
—Gracias por la oportunidad —termina diciendo al cabo de unos segundos.
—Y será la última — índico sin cambiar mi expresión.
—Y me estás haciendo el hombre más jodidamente feliz del mundo —esto lo dice con su voz cargada de emoción.
¿Qué rayos?
— ¿Por qué tienes que decir groserías? —pregunto desviando la mirada hacia él tan solo unos segundos.
—Para ponerle más énfasis al asunto —alude con coquetería.
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Cómo me conquista el doctor de mis sueños en 21 semanas ©
RomantizmBienvenido al mundo de las inseguridades, las conquistas y el amor.