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POV. Zack
Todos pensamos que en algún momento cometemos el peor error de nuestras vidas. ¿Lo tonto? Decimos lo mismo por cada cosa y sigue siendo el peor error de nuestras vidas.
¿Mi peor error? Decirle a Leslie que me gustaba su prima cuando ni siquiera estaba seguro de lo que estaba pensando. Estaba asustado, nervioso, enojado y sobre todo, dolido. Claro que Leslie me comentó muchísimas veces que temía la idea de enamorarse y de entregarse a una persona, yo lo entiendo, la entendí en su momento. ¿Mi error? Entenderla de otra forma. Pensé que ella solo necesitaba un empujoncito y dejaría ser tan fría.
¿Acaso es un pecado pensar así?
No quiero hacer comparaciones porque eso es lo menos caballeroso que puede hacer un hombre, pero ¿qué puedes esperar cuando tu novia te lanza a los brazos de otra sin querer? Me gusta Leslie. Me gusta cuando empieza a hablar de psicología porque le apasiona, me gusta ver cómo es con sus mejores amigos porque siento que ese corazón congelado se derrite cuando está con ellos, me gusta que mantenga ese gesto serio inmutable en su rostro para que la gente no vea lo que siente; en sí, me gusta ella solo que esperé mucho cuando ella me brindó tan poco.
¿Esperan que les cuente cómo por un momento pensé que me gustaba Melissa? Pues es sencillo y práctico, estaba haciendo lo que menos esperé: Comparar a ambas chicas y ver quién me entendía. Ver con quien podía hablar sin sentirme cohibido, con quien pasar el tiempo y reírme hasta que me duela el hígado, alguien divertida y sencilla que no tenga miedo de dejar entrar a las personas a su vida.
¿Lo lamento? Lo lamento muchísimo porque eso hizo que me viera irreconocible. Estaba cegado por toda la confusión de sentimientos y todo eso desapareció cuando salí de esa cafetería pensando que acababa de cometer el peor error de mi vida al decirle semejante cosa a Leslie. Sin embargo, recapacité. Sin duda alguna mi ex novia nunca me perdonaría por algo así pero no podía dejar de pensar que tenía que entender todos los errores que cometimos y dejar ese maldito orgullo de una vez por todas.
No la llamé, no le envié mensajes. No hice nada de esas cosas porque me dije a mi mismo que le iba a dar tiempo para que se calme y luego, nos encontraríamos cuando ambos estemos listos para hablar. Tenía muchas cosas qué decir, la primera de ella era que nuestra historia no había acabado y quizás ella me odie, pero cuando dos personas tienen que estar juntas... bueno, ya sabes lo que sigue en esa frase.
Joder, ¿todavía siguen pensando que soy un idiota, no?
Ya verán.
POV. Eduardo
02 de febrero, 2018
Creo firmemente que Dios me ha dado un don o tal vez una maldición. El caso es que siempre tengo que ser testigo de la reconciliación de mis amigos con sus respectivas parejas. Fui testigo de todas las peleas y reconciliaciones de Renato con Erika, y créeme que fueron varias; fui testigo de la primera reconciliación de América y Joaquín y ahora soy testigo de la segunda. No sé por qué diablos siempre tengo que ser el espectador.