05 de noviembre, 2017
— ¿Qué te parece si compro un perro? —sugiere.
—Me gustaría, pero soy demasiado floja como para sacarlo y todo eso; además que no tengo mucho tiempo para dedicarle.
Frunce el ceño ante mi respuesta, yo solo sigo comiendo mi cena.
— ¿Te hubiese gustado tener un hermano?
—Me gustan los niños.
— ¿Te acuerdas cuando de pequeñas deseabas tener muchos? —sonríe.
— ¡Ay, ni me lo recuerdes!
Mi mamá empieza a reírse a grandes carcajadas atrayendo las miradas de varios comensales. Existen momentos en mi vida que mi mami prefiere no cocinar y dejarme sin almuerzo, y yo no cocino porque puedo poner en peligro a toda la casa y a la misma construcción, así que tengo que esperar a que ella vuelva del trabajo a ver qué propone, sus respuestas son: Pide algo o vamos a comer a algún restaurante.
Así que aquí estamos.
—Querías tener veintiún hijos en honor a tu cumpleaños —comienza a narrar la historia que tanto conozco—, porque decías que amabas a los niños y querías tener un montón. América te dijo que no podías tener tantos niños si empezabas cuando terminarás la universidad, entonces le dijiste que se embarace en ese momento y tú los adoptarías.
— ¡Ay, no!
—Y también se lo dijiste a Renato, así que América aprovechó y le dijo a él que tengan hijos juntos.
Mis carcajadas junto a las de mi madre inundan todo el ambiente, no creo que pueda terminar mi cena de esta manera.
—Renato aceptó —dice fingiendo sorpresa—, y cuando le explicó a Mare el proceso que tendrían que hacer para tener hijos ella entró en crisis.
—Y luego me mandó a la mierda por tener una idea tan loca —le complemento.
— ¿Aun quieres tener veintiún hijos? —enarca una ceja. Toma un bocado enorme de su plato.
—Me conformo con dos —me encojo de hombros.
Terminamos de comer entre risas y conversaciones sobre tener hijos. Mi mamá me conoce lo suficiente para saber que el tema de los niños será para un futuro todavía lejano, primero tengo que graduarme de la universidad y poseer un salario fijo que sirva para mantenerme a mí y a otra persona.
Cuando salimos del restaurante mi mamá entrelaza su brazo con el mío como si fuéramos las mejores amigas.
—Me olvidé de preguntarte si tu papá te llamó por tu cumpleaños —habla, preocupada.
—Me envió un mensaje diciendo que me llevaría a comer cuando tenga tiempo.
— ¡Ay, ese hombre y su trabajo! —se queja.
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Cómo me conquista el doctor de mis sueños en 21 semanas ©
RomansaBienvenido al mundo de las inseguridades, las conquistas y el amor.