22 de octubre, 2017
¡Pinche tráfico de la hora pico!
No puede ser posible que me haya quedado atorada una hora ¡Una hora! En la avenida.
Cuando estoy a punto de entrar a mi casa recuerdo un dicho que mi mamá siempre repite: "Todo lo malo que te haya pasado déjalo atrás y no descargues con las personas por ello". Así que cambio mi mueca de disgusto por una sonrisa segundos previos a girar la llave en la cerradura e ingresar a mi humilde hogar.
Yo estaba acostumbrada a mi silencio y a mi soledad, sin embargo, al entrar lo primero que escucho es la música de algún cantante country o pop que viene de la habitación de Melissa. Con la pereza y lentitud que me caracteriza me digno a subir las escaleras tomándome como quince minutos en llegar al segundo piso.
Paso por la habitación de mi prima a la cual saludo sin entusiasmo y ella solo me sonríe mientras avanza con sus trabajos; y luego camino muy lentamente a encerrarme en mi cuarto con la intención de poder dormir aunque sea un rato.
Creo culpar al sueño, al cansancio y al estrés que sufrí por estar atorada en el tráfico porque cuando llego al umbral de mi puerta lo que capta mi atención es un florero. Un florero enorme lleno de rosas rojas; me encantan las rosas rojas, pero no tengo la más mínima idea de cómo llegaron a mi cuarto.
Emocionada y a la vez sorprendida me acerco para ver la tarjeta anclada entre las rosas.
Me comporté como un estúpido, sé que ya me disculpé, pero deseo otra oportunidad.
La tercera es la vencida.
—Z
¿Será Zapato quien me escribió? ¿O el zorro? Si fuera Antonio Banderas la verdad es que ese hombre merece mil oportunidades.
Pero creo que ninguna de mis posibilidades puede ser. Ahora, ¿cómo rayos llegó a mi habitación? La única persona en la casa es mi prima y mi mamá no llega hasta tarde, y bueno mi papá no sé dónde rayos estará.
Así que...
— ¡Melissa! —Grito para llamar su atención desde el otro lado del pasillo— ¿Alguien vino a dejar rosas?
La pregunta más tonta del mundo. Obviamente alguien ha traído esas rosas.
— ¡Sí! —Chilla en respuesta emocionada. La música que provenía su habitación se detiene y escucho el sonido de sus pasos llegando a donde estoy— Un chico muy sexy vino a dejarlas para ti.
—La próxima no recibas regalos de extraños, es incómodo entrar a mi habitación y encontrarlas.
—Pero... —se muerde el labio nerviosa— Pensé que te gustaría el detalle. Son rosas rojas perfectamente ordenadas en un florero, además el chico vino personalmente a traerlas para ti.
ESTÁS LEYENDO
Cómo me conquista el doctor de mis sueños en 21 semanas ©
RomanceBienvenido al mundo de las inseguridades, las conquistas y el amor.