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12 de septiembre, 2017

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12 de septiembre, 2017

Estoy aburrida, muy aburrida. Sin embargo, ese aburrimiento no va a ser sustituido por el estrés debido a una lectura que tengo para una de mis clases, así que me niego a leer; prefiero quedarme aburrida.

El sonido del chat con mis amigos llama mi atención, pero no le hago caso porque Eduardo y Renato están explicándole a Mare algo de matemáticas que realmente no me interesa, por eso es que no abriré el chat hasta que se detengan.

No obstante, mi celular está abierto en la aplicación de Whatsapp y el chat de Zack está allí. Sé que he dicho que no me importa el chico y la verdad es que las conversaciones son algo agotadoras para mí, pero me da curiosidad el porqué me sigue hablando y el porqué es tan insistente. Me mantengo viendo el inicio de la aplicación cuando el mencionado cambia su foto de perfil y esta vez aparece él solo en una pose como si fuera modelo.

¡Chicas del mundo! Vayan tras ese estudiante de medicina, aparentemente está soltero y guapísimo, así que no entiendo por qué sigue detrás de mí cuando puede tener a muchas chicas por su apariencia física.

Creo que también estoy rayando el límite de acosadora.

Cierra la aplicación, Leslie.

Eso hago y me concentro en lo que sea que está dando en la televisión. Un par de chicos sale a escena y comienzan a besarse apasionadamente, de inmediato cambio de canal a uno donde hay una chica gritando a la nada absoluta, me parece entretenido.

Escucho la puerta de la casa ser abierta y mi mamá aparece con una gran sonrisa.

—Hola, mami, ¿qué tal tu día?

En ese mismo momento mi celular vibra avisándome que me llegó un nuevo mensaje. No sé qué pasó con Zack, pero cambió nuestro medio de comunicación y ya no usamos Whatsapp sino, mensajes de texto.

Mi saldo va a llorar por estos mensajes.



«Hola, linda»



En serio odio que me diga linda.

—Agotador —responde mi mamá. Arrastra la silla del comedor y se sienta con una paciencia envidiable—. Un paciente armó un gran lío en la oficina.

— ¿Algún problema? —me siento en la silla frente a ella. Mi teléfono se encuentre entre mis dedos, pero no respondo el mensaje porque quiero hablar con mi mamá.

—Nada grave. —hace un gesto con su mano para dejar pasar el tema. No dice palabra alguna y aprovecho el momento para revisar mi celular.


Cómo me conquista el doctor de mis sueños en 21 semanas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora