Necesito ayuda

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Leonardo salió para detenerlo y al ver que no lo conseguía, caminó hasta el escritorio de Angela y cogiendo el teléfono llamó a recepción preguntando si Antonio el chófer de Fernando estaba cerca. La recepcionista le informó estaba hablando con Andrés, el chófer de la señora Paula, le pidió que Antonio se pusiera al teléfono, le informó Fernando iba bajando las escaleras y le ordenó no le dejara las llaves del automóvil. Fernando no estaba en condiciones para conducir, por lo tanto lo llevara a donde le pidiera, eran las órdenes de Paula.

Leonardo regresó al despacho, le pidió a los demás arquitectos regresaran a su trabajo, Francesca le estaba dando un vaso con agua y un calmante a Paula.  Angela la secretaria de Fernando, estaba recogiendo los documentos y demás papeles que habían regados en el suelo, Leonardo le dijo que  terminaba de recogerlos, ya después se los daba para que los ordenara. Recorrió con la mirada la oficina, no entendía nada de lo que le había ocurrido a Fernando,  estaba tranquilo, alegre, por la llegada de Paula, algo tuvo que suceder para que terminara destrozando todo. Al mirar a un lado del escritorio, vio entre lo papeles que habían en el suelo, algo que le llamó la atención.   

Allí en el suelo estaba una braguita de encaje en color salmón, se quedó mirándola y dirigió la mirada a Paula,caminó hasta allí  y recogió la braguita junto a alguno de los folios, disimuladamente  la guardó en una de las gavetas. Ahora ataba cabos, entre lo que Fernando le había confesado hacía poco, lo efusivo que estaba al recibirla, se imaginó lo que había sucedido y entendía las preguntas que Fernando le hacía a Paula.

 Fernando llegó a la recepción, se encontró con Antonio y Andrés que lo miraban sorprendido de verlo como venía asfixiado casi sin poder respirar, con la camisa por fuera, desabotonada, hasta la mitad del torso, la corbata colgando a los lados del cuello. Fernando se detuvo y se inclinó colocando las manos en los muslos, agarrando aire estaba exhausto de haber bajado las escaleras desde el piso veintitrés.  Antonio se le acercó.

—Don Fernando, ¿se encuentra bien? —Preguntó Antonio.  Andrés se movió a buscarle una botella con agua, le acercó el botellín,   Fernando se enderezó y extendiendo la mano hacia Antonio.

—Dame las llaves del auto. —Le pidió cogiendo la botella de agua que le ofrecía Andrés, la destapó y la llevó a la boca bebiendo el vital líquido. Antonio no hizo ningún movimiento en intentar darle las llaves.

— ¿A dónde lo llevo don Fernando?  —Preguntó Antonio. Fernando había dejado de beber y estaba tapando la botella vacía, la colocó con fuerza en el mesón de la recepción y mirándolo encolerizado.

— ¿Qué coño te pasa? ¿No entiendes? Te pedí las llaves del auto, no te pedí, que me llevaras. ¡Dame las llaves del auto!  —Exigió autoritario.  Antonio levantó las manos mostrando  las palmas.

—Usted, ordena y yo obedezco, ese es mi trabajo, pero, me ha dicho, que por encima de sus órdenes están las de la señora Paula y la señora ha ordenado <<que lo lleve a donde quiera ir y que no lo deje solo >>.  ¿A quién obedezco, a usted o a la señora Paula?  —Preguntó levantando las cejas y mirándolo inquisitivamente. Fernando soltó un resoplido bajó la mirada y volvió a subirla.

—Obedeces a Paula.  —Expresó con resignación.  No podía contradecir las órdenes de la mujer que era su esposa e intentaba cuidar de él. Se giró a mirar a Andrés, que en silencio lo observaba—.  Llevas a Paula a la casa, cuando ella te lo pida. —Ordenó—,  Antonio camina, llévame al apartamento.   —Expresó dirigiéndose  a la puerta para salir del edificio.

Fernando caminó hasta donde estaba estacionado el automóvil, un Porshe Panamera, en color negro, delante estaba estacionado el Bentley Flying Spur  que siempre usaba Paula.  Minutos después Antonio conducía el flamante Porshe Panamera  llevando a Fernando hasta su lujoso apartamento.

Sirena del OcasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora