De verdugo a victima

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Fernando al verla que intentaba ir hacia la puerta de dos zancadas la alcanzó,estaba enfurecido, con el rostro desfigurado y ennegrecido de la ira que tenía, le colocó el brazo por la cintura la abrazó con fuerza acercándola a su cuerpo, con la otra mano le sujetó la mandíbula.


—Óyeme bien, ¡olvídate del maldito divorcio! Cuando yo decidí casarme, lo hice para toda la vida. ¡Solamente muerto, tú, eres libre! Tú eres mi vida, yo soy el hombre que tú amas, me lo acabas de demostrar, temblando de placer entre mis brazos, gritándome que me amas. Así que déjate de tonterías. ¡Nunca, nunca, serás libre! ¡Eres mía, mía y lo serás, mientras yo viva! —la grita con el rostro desencajado de la ira. Paula lo mira desafiante, mientras le habla


—Una vez más no cumples tu palabra! Me voy a divorciar de ti, puedo acusarte de infidelidad, de contratar mujerzuelas.  —replicó con voz firme— ¡Ya no te amo, lo que dije antes era mentira, toda esa pasión era fingida!  ¡No siento nada por ti!  —quería demostrarle que no le amedrentaba con sus gritos y su negativa afirmarle el divorcio. Fernando la sujetó del cabello y enrolló la mano tirando con fuerza la hizo inclinar la cabeza hacia atrás.


—¿Me echas en cara, las mujeres, que van a mi departamento? Te parecen tan despreciables? ―pregunta con el rostro crispado―.  Déjame decirte que esta noche, te has vestido y comportado como una de ellas. Como una de ellas te voy a tratar, te voy a follar hasta que me quede sin fuerzas. Yo le pago a esa mujeres para que se dejen follar y me hagan lo que me gusta y tú te negabas. Ya me distes placer con tu boca, lo vas a tener que repetir, lo hiciste muy bien para ser tu primera vez.  A esas mujeres no les hago el amor. Esas mujeres me las follo con preservativo.  A ellas, no les doy placer con mi boca. A ellas, no las beso. Yo beso, le doy placer con mi boca, le hago el amor sin preservativo, a la mujer que es mi vida, y que amo con todo mi ser. La mujer, con la que me casé, "mi esposa". Mi casta y pura esposa, la que durante años se negó a complacerme en lo que me gusta, me llamó para decirme me tenía una sorpresa, ¿Y cual era esa sorpresa? Vestirse y darme placer como una puta, para después pedirme como pago le firmara los documentos del divorcio. ¿Quieres mi firma en ese documento...como pago...?  —su voz tenía un tono de amargura y su rostro reflejaba dolor y decepción—.  Vas a tener que ser...como una esas putas...que tanto me restriegas en la cara.  Esas putas, a las que les pago...para que me den placer y se dejen hacer todo lo que me gusta. ¡Como a una de ellas te voy a tratar!  —La increpó, con la voz temblorosa, parpadeando para no dejar salir las lágrimas que inundaban sus ojos y amenazaban con salir. Le mordió el labio inferior, bajó a la barbilla besándola salvajemente.


Fernando la besaba desesperado, como poseído por mil demonios lujuriosos, subía y bajaba sus manos apretando con rudeza  su cuerpo. La quería castigar, que sintiera el dolor que tenía en el pecho, la decepción que se había llevado  al ver todo lo que había hecho, para pedirle el divorcio. También quería demostrarle, que ella lo amaba y que en el mejor lugar donde podía estar, era en sus brazos, dejando que él la amara, disfrutando de sus besos, del placer que le daba.  Él estaba dispuesto a dejarse tratar por un especialista, que lo ayudara a superar todos sus traumas. El domingo pasado, había estado reflexionando sobre su vida, lo que había hecho y lo que quería hacer.

No quería perderle, él necesitaba de su ayuda, ya que solo no podía enfrentarse a revivir todo su pasado. El dolor que en ese momento sentía en su pecho, le dificultaba respirar, todo lo que ella había hecho esa noche,  le atormentaba, le quemaba, lo estaba volviendo loco haciéndose miles de preguntas. Dejó de besarle, subió una mano a su cuello para sujetarle y obligarla a mirarle a los ojos. Se quedó unos minutos en silencio, con la mirada fija en ella.

Sirena del OcasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora