Petición denegada

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Viernes por la tarde...


—Hola Fernando,  perdona que te moleste, ¿sería posible...que esta noche...llegues temprano a casa? —preguntó en voz baja, casi en un susurro. Fernando se extrañó de esa petición y de su tono de voz balbuceante, era como si estuviera nerviosa.


¡Mi amor, que sorpresa! Tú nunca me molestas, te he dicho muchas veces, que me gusta que me llames por teléfono, me gusta oír tu voz. ¿Ha sucedido algo? ¿Tú y las niñas están bien? —preguntó preocupado y sorprendido por su llamada, desde que había regresado en diciembre no había ido ala empresa, ni lo había llegado a llamar por teléfono.


—Sí, sí, estamos bien, no te preocupes, es...es que...te tengo...una sorpresa.... — Fernando hizo un silencio, no podía creer lo que ella acaba de decirle sonrió al oírla titubear, había vuelto a ser la misma de siempre, su dulzura para hablarle y el llamarle para pedirle que llegara temprano a casa, era lo que había estado deseando con todo su corazón.


¿Una...sorpresa? —preguntó intrigado—.  ¿Qué sorpresa me tienes, mi amor? —preguntó, imaginando una apasionada noche de reconciliación.


—Si te lo digo, dejaría de ser una sorpresa, se perdería la magia de sorprenderte. Sólo te puedo decir que esta noche, las niñas se vana quedar en casa de Francesca, los empleados no regresan hasta mañana al medio día. ¡Sólo seremos tú y yo! ¡No vayas a llegar tarde!  —Le recordó muy cariñosa.  Fernando la oía y cerró los ojos, una felicidad lo inundó y pensó que esa noche, era la oportunidad para volver a pedirle perdón y su ayuda. Por ella, por sus hijos, lo iba a intentar, por hacerla feliz y demostrarle, que si quería cambiar. Le iba a costar reconocer ante ella que necesitaba ayuda, que necesitaba de su apoyo, para poder enfrentarse a revivir todo lo que había pasado.


No, te preocupes, antes de las ocho estoy en casa, a las seis tengo pactada una reunión aquí en la empresa con Leonardo  y un constructor, firmo el contrato y me voy a casa. Me encanta, que me hayas llamado, hacía tiempo que no lo hacías y me gusta la idea,que hayas pensado en que tengamos una noche para nosotros dos. Nos vemos más tarde, mi amor.  —Expresó entusiasmado.


A las siete y cuarenta y cinco de la noche, llegó  Fernando a la casa, entró y estaba en completo silencio, casi en penumbras, la luz del jardín se colaba a través de los cristales de las ventanas. En la cocina había luz y caminó hasta allí esperando encontrarla. La cocina estaba desierta, se regresó sobre sus pasos y se dirigió ala escalera para subir a la habitación. Al abrir la puerta se llevó una gran sorpresa, se quedó con la mano en la manilla sin poder moverse, ni hablar. Saliendo del baño venía Paula, vestida con un transparente baby doll negro que resaltaba su blanca piel, y debajo un minúsculo tanga haciendo juego, llevaba unas medias autosujetables en negro y unos zapatos de tacón de aguja, que estilizaban sus piernas.  El cabello suelto en ondas que caían como cascadas sobre su espalda, se había aplicado un maquillaje discreto en los ojos y los labios pintados de rojo rubí.  Ella tuvo razón,  al decirle que le tenía una sorpresa, encontrarla vestida así, no se lo imaginó.


Paula se quedó inmóvil observando su reacción, no estaba segura que él aprobara como estaba vestida. Ella se veía hermosa, a pesar de haber subido de peso, seguía conservando sus curvas, ya que donde más se le notaba era en las caderas. Las notas de la canción "Bésame mucho" interpretada por la sensual voz de Andrea Bocelli,  inundaba la habitación.  Fernando la recorrió con la mirada de la cabeza a los pies y volvió a subirla para fijarla en sus ojos, la besó, la acarició y la desnudó con la mirada ardiente. Él sintió una corriente eléctrica, recorrer su cuerpo alojándose en su  bajo vientre, despertando y haciendo palpitar de deseos, su hombría.

Sirena del OcasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora