Especial POV Matías.
No podía entenderla, no podía entender ninguna de sus palabras ¿Por qué amaba tanto la vida? ¿Por qué era tan feliz? ¿Por qué siempre sonreía? No tenía idea de lo que hablaba, era como si su idioma y el mío fueran totalmente distintos. Sonreía por todo, siempre comía chocolate como si la vida se lo fuese a quitar, cantaba, caminaba por la noche sin importar que nevara o lloviera ¿Estaba loca?
Pero ¿Por qué me molestaba tanto? No lo sabía, pero ver su jodida y perfecta sonrisa salir de sus delicados rasgos me ponían rabioso. Hasta el día de hoy, dos semanas después de que comenzara a trabajar conmigo, me preguntaba ¿Por qué su presencia me descontrolaba tanto? Todo el tiempo quería gritarle, preguntarle ¿Por qué era tan animada? ¡A mí me gustaba la seriedad! Todos mis empleados eran como yo, nada de color en la maldita oficina y ahora venía ella con su jovialidad a poner todo de cabeza. A enamorar a mis clientes ¡Era insoportable!
¡Joder! Lo que más me enfadaba era que cada tanto en tanto su presencia se colaba en mi mente. Si estaba en casa pensaba en ella, si estaba en la oficina, mis ojos de manera automática, se posaban en ella. En su perfil tranquilo mientras trabajaba, en como sonreía si hablaba por teléfono o si yo le hacía un reclamo. Todo eso me ponía peor.
Su contestación la noche anterior me había descolocado ¿La vida había sido una mierda con ella y aun así derrochaba felicidad? ¿Qué era lo que le había ocurrido? Tal vez solo algún drama de adolescencia, se notaba que era una niña consentida por mamá y papá. No había pasado trabajo en la vida y por eso era de esa manera. Una niña inmadura.
-Rebeca –la llamé gustándome como se escuchaba su nombre salir de mi boca. Respondió con tranquilidad por el teléfono con su suave y delicada voz.
-¿Qué necesita Señor?
-Ven –ordené tajante.
En seguida la tuve frente a mí, dentro de la oficina. La contemplé admirado por la vestimenta de esa mañana, pero me mantuve inexpresivo.
-¿Cómo están yendo las cosas con la publicidad de Carl?
-Magnifico, tengo las estadísticas diarias del avance por las redes.
-Las quiero en mi correo.
-Enseguida, señor.
-Oye Rebeca –la detuve poniéndome nervioso. Me miró fijamente, con esa suavidad que caracterizaba sus rasgos en espera de que hablara- Esto....tengo entradas para el cine. Una de las agencias que patrocinamos –carraspee mirando a otro lado que no fuera su rostro- ¿Te gustaría ir conmigo?
-Oh...bueno, sí... ¿Está seguro que quiere ir conmigo?
-Sí, claro, no lo pediría si no fuera así –se quedó en silencio unos segundos. Mordió su labio inferior procesándolo y yo solo pude deleitarme con el sensual pero inocente gesto.
-Pero le advierto que como mucho en el cine –reí en voz alta y asentí.
-No hay problema.
-Vale –sonrió y salió de la oficina. La miré hasta que se sentó en su escritorio y negué con la cabeza. Al girar mi rostro hacia el ordenador, percibí la sonrisa en mis labios, la borré de inmediato ¿Acabo de invitarla al cine? ¡Pero si acabo de decir que no la tolero! ¿Qué mierda te está pasando Matías?
Al caer la noche, y sintiéndome inquieto por la estupidez que cometí de invitarla al cine, recojo mis cosas para salir de la oficina. La observo desde fuera de la suya recoger sus cosas y apagar su ordenador para salir.
-¿Lista?
-Sí –asintió con su sonrisa característica. Asentí sin devolverla y nos encaminamos a los ascensores.
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Mundos Adversos
RomanceRebeca, una chica Venezolana que huye a la edad de veinte años de su país, por causa de la enfermedad de su madre, en busca de una mejora económica que la ayude a salvarla. Por desgracia, la vida le quitó a esa bella mujer que la crió, dejándola com...