Capítulo 9 -Asco hacia los gatos.

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Llegué a mi casa en estado de ebriedad. Me quité la ropa y caminé con tan solo unas bragas y una camisa holgada que me llegaba a los glúteos hasta la cocina para tomar un poco de agua. La puerta sonó sobresaltándome y entonces, miré la hora en el reloj con el ceño fruncido.

-¡Te he dicho que ésta noche no! –grité mientras abría la puerta esperando que fuera Chris, quién había intentado convencerme de tener más que besos aquella noche.

-Me alegro que mantengas tu palabra –susurró con voz gruesa y ronca mi jefe frente a mí. Observé sus ojos que se encontraban chispeantes mientras miraba mi atuendo de tan solo una camisa y las piernas desnudas.

-¿Qué haces aquí?

-Asegurándome de que cumplieras tu palabra.

-No te mentiría Matías...

-Ahora lo veo –dio un paso al frente y me tomó el rostro para besarme. Suspiré pegada a su boca y lo acepté.

Poco a poco me fue empujando, en reversa hasta adentrarme en la casa, junto a él, por completo. Pasó de mi boca a mi cuello besándolo con impaciencia. De pronto, se sobre salta y se separa de mí dejando de besarme.

-¿Qué es eso? –señaló con el rostro contraído hacia un lado. Giré mi cara y miré a Lucy, que nos observaba sentada a un lado en la sala.

-Es Lucy, mi gata- cuando vuelvo el rostro observo su mirada clavada en mi mascota, su nariz arrugada y su ceño fruncido- ¿No te gustan? –pregunté con guasa.

-Me dan asco. Mejor vamos a mi casa –chaqueé los dientes y crucé mis brazos.

-¿Qué te pasa? ¡Es mi gata! No me iré a ningún lado.

-¿Cómo puedes vivir con ese monstruo? –volvió a señalar. Mi inteligente gatita, se levantó y comenzó a caminar hacia nosotros. Matías retrocedió hasta chocar contra la puerta de entrada. Quise carcajearme, pero al ver su cara de espanto supe que de verdad los odiaba. Alcé mi mano en señal de "alto" hacia mi gata, ésta se detuvo de inmediato observándome. Lucy entendía que esa era una señal delicada y que debía mantenerse al margen si la hacía.

-No es un monstruo Matías, es un gato. Es todo. No te morderá.

-No me gustan Rebeca, aléjala de mí –respiré fastidiada y descrucé mis brazos.

-Vamos a mi cuarto, no entrará –Le tendí la mano cogiéndolo para arrastrarlo hasta mi habitación. Reí sin poder aguantar más al ver que no apartaba la mirada de Lucy y ésta tampoco de él. Entré al cuarto y cerré la puerta a mis espaldas. Matías me taladró con sus ojos al ver que no paraba de reír.

-No le veo la gracia.

-¡Pues yo sí! ¿Cómo un hombre tan imponente le teme a un pequeño gatito?

-Ellos son traicioneros, sueltan pelos y huelen mal.

-Mi gata no huele mal –fruncí el ceño volviendo a cruzar mis brazos. Matías miró a su alrededor a mi habitación y luego miró de nuevo a mi rostro.

-En realidad me impresiona la limpieza de tu hogar viviendo con ese monstruo –Torcí los ojos y caminé hacía la cama.

-Bueno ¿Lo haremos o qué? –zanjé. Asintió y se acercó para desnudarme.

Nos besamos con lujuria y tocamos nuestros cuerpos como si la vida dependiera de ello. Cuando su penetración me invadió, miró mis ojos y comenzó a decir.

-No me gusta que bebas tanto con demasiados hombres a tu alrededor.

-Son mis amigos –jadee arqueando mi espalda y cerrando mis ojos- Además –los volví a abrir- Tú también has bebido mucho.

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