Capítulo 31- Dos mujeres en mi vida.

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Capítulo largo.

-Es una niña –Los brillantes ojos azules de Matías se abren con emoción, una hermosa sonrisa aparece en sus labios y segundos después me mira ilusionado. Todo aquello lo miro como si de cámara lenta, en una película, se tratase. Es una de las visiones más hermosas, ver a Matías así; tan alegre, con su rostro iluminado, sus ojos azules y expresivos brillantes, su sonrisa de dientes alineados y blancos asomándose por sus labios rosados, con esa ligera forma de corazón. Él, era perfecto. Y estaba segura que nuestra hija así lo sería.

-Felicidades, señor y señora Martínez.

-Gracias –Sonreímos al doctor al mismo tiempo- ¿Ella está bien?

-Está perfectamente, su crecimiento es en completa normalidad ¿Se fijan aquí? –Señaló la pantalla mientras movía el aparatillo del eco por encima de mi ligeramente abultado vientre- Es su cabeza, por aquí están los bracitos.

-Es tan pequeña...

-Sí –asintió el hombre mirando con alegría a mi esposo- Pero lo que realmente es impresionante es escuchar su corazón. Ya vamos a adaptar el ultrasonido.

Matías y yo mirábamos al doctor mientras hacia su trabajo, maniobrando de aquí allá, tecleando y cambiando las posiciones del apartito. Unos minutos después, la habitación se llenó de un sonido constante y acelerado que nos intrigó a ambos.

-Ese es su corazón.

-Va de prisa.

-Oh sí, es completamente normal. Recordemos que es muy pequeño.

-Es perfecta –Giré los ojos a Matías que miraba la pantalla atontado mientras se escuchaban los latidos. Mi propio corazón latía de prisa por la emoción, mi pecho se hinchaba de orgullo y alegría. Era el momento más hermoso de mi vida, nuestro momento, nuestra hija...

Ver a un hombre tan guapo como Matías, decir que su hija era perfecta, cuando nada más se veía una figura algo distorsionada pese a distinguirse la formación de sus bracitos y una muy grande cabeza para su cuerpo, era lo más reconfortante del mundo ¿Podía ser más tierno?

-¿Quieren nuevas fotografías?

-¡Por supuesto!

-Bien, ya les imprimo unas.

Regresamos a casa con un Matías hablando animadamente sobre las cosas que comenzaría a comprar para nuestra hija. Yo solo podía escucharlo atentamente y responder cuando debía, quería solo deleitarme con su carisma.

¿Quién lo diría? Aquel hombre dominante, amargado, mal educado y engreído que conocí había muerto. Este Matías era uno nuevo, una realmente encantador y del cual me enamoraba hasta perder la cabeza.

Llegamos a casa y me avisó que debía ir a su despacho a trabajar, yo me dispuse a comunicarme con mi familia para darles la noticia.

-¡Una niña! –Gritó con emoción mi tía por la vídeo llamada, Mary saltó de emoción con su enorme barriga a punto de estallar.

-Oye, cuidado –regañó con suavidad su esposo a su lado, tomando su barriga. Reí negando con la cabeza. Esa mujer no tenía compón, mira que tener una barriga de nueve meses a punto de dar a luz y estar saltando, no era más que de locas como ella.

-¿Cómo lo ha tomado Matías? –Preguntó mi tía una vez más.

-Está loco de alegría. Les ha mandado saludos, ahora está trabajando en su despacho.

-Pobre muchacho, no deja de trabajar.

-Por algo es rico...-se mofó con ironía mi prima.

-Ya veo que está trabajando –Soltó de pronto Santiago mirando su teléfono celular, mi tía y su esposa lo miraron con el ceño fruncido, al igual que yo lo veía a través de la pantalla con el mío arrugado.

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