Capítulo 20- Amarga noticia.

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-Lamento tener que informarte que el resultado de la biopsia, ha demostrado que los tumores son malignos –todo mi mundo se detuvo. Deje de respirar, de sentir, de ver...todo. Perdí por completo mis sentidos. Matías a mi lado, junto a Anne se quedaron igual de pasmados. Percibí de reojo como su mandíbula se tensaba al punto de hacer estallar sus dientes.

-Permiso...-salió de mi boca, me levanté cuando el doctor asintió en mi dirección y salí del consultorio.

-¿Cómo que maligno? –escuché a Matías preguntar con su gruesa y dominante voz.

Caminé por el pasillo, con todo a mi alrededor detenido, parecía que las personas que estaban en la sala de espera, habían dejado de moverse, hablar o lo que sea que hacía. Todo parecía estar en Pause, como si estuviera dentro de una película y mi mente fuera el control remoto para detener todo. Caminé como autómata hasta la salida. Cuando el fresco de la calle golpeó mi rostro, todo comenzó a tomar nuevamente velocidad.

Sentía mi corazón latir en los oídos, la saliva no lograba bajar de mi garganta y la respiración parecía estar descontrolada. Miré a todos lados con desespero, encontrándome de pronto pérdida ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde me encontraba?

-Rebeca...-llamó suavemente Anne a un lado. Giré mi rostro y la vi, con sus rasgos contraídos.

-Necesito, aire...

-Lo siento mucho...-soltó con la voz quebrada.

-¿Por qué lo sientes? –pregunté tragando grueso. Sus cejas se fruncieron- No hay nada que sentir ¡Todo estará bien! –traté de sonreír. Pero mi amiga solo negó con la cabeza confundida.

-¿Te sientes bien?

-¡Estoy bien! Sólo...wow...es una noticia impactante –mi cuerpo temblaba y yo me sentía fuera de sí.

-Es...una amarga noticia.

-Sí, lo es...-respiré profundo y miré al cielo sin entender qué le estaba pasando a mi cuerpo.

-Es mejor que regresemos.

-Bien...sí...regresemos...-asentí repetidas veces y me adentré a un paso extrañamente enérgico hacia el consultorio. Al hacerlo, Matías giró sus ojos y me miró. Tenía las pupilas brillosas y los ojos rojos. Pero no había signos de lágrimas allí. El doctor me estudió por unos segundos con pesar, pero se mantuvo firme y sin dar señal alguna de lastima. Tomé asiento nuevamente y dije, con voz tranquila.

-Siento haberme salido, necesitaba aire.

-No se preocupe señorita Gómez, ha reaccionado de manera común. Noticias así pueden ser tomadas de una peor manera. Le comentaba a su esposo –quise reír por lo de "esposo"- Que es algo que podemos arreglar. Los tumores son de unos tres a cuatro centímetros, por lo que está presionando peligrosamente el ovario afectado y parte del útero. Cuando encontramos tumores de ésta magnitud, nuestra primera salida es operarlo. Pero como éste está afectando otros órganos importantes, puede llevar un alto riesgo. De manera que debemos buscar otra solución...

Mientras el doctor explicaba, yo sentía dentro de mí una serie de contradictorias emociones. No podía entender qué estaba sucediendo. Todo parecía ser un sueño...una pesadilla...

-¿Qué debemos hacer en primer lugar? –dijo Matías.

-Lo que deberíamos hacer, es una serie de secciones de quimioterapia y radio, para así disminuir su tamaño. Si esto no lo reduce por completo, entonces tendremos que recurrir a la operación. Pero primero debemos hacer que este reduzca a un tamaño considerable para que esto no se complique.

-¿Cuándo podríamos comenzar? ¿Qué se necesita para ello?

-Primero, debemos tener en cuenta las consecuencias de recurrir a quimioterapia y radioterapia.

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