Especial punto de vista, Matías.
En el instante que escuché a mi tía llamar a alguien, supe de inmediato que se trataba de ella. Mi cuerpo se tensó por instinto, y subiendo la mirada la clavé en ella, que se encontraba en la distancia a la altura del bar que habían colocado. Sus ojos me taladraron, de tal manera que sentí mi corazón dar un vuelco. Miré su silueta acercarse con ese sensual movimiento que tenía para caminar, como si fuera toda una modelo. Tenía un short de pinza elegante en color negro con tejido de lentejuelas, que dejaba al descubierto sus esbeltas piernas. Una camisa de tela suave desahogada y una chaqueta que le quedaba a la medida en un rojo pasión, al igual que sus proporcionados y perfectos labios. No pude evitar no maravillarme con su presencia.
Sin embargo, mi estado de nerviosismo me traicionó. Si ella estaba aquí, probablemente se enteraría de que le había mentido y no estuve de viaje por negocios. Y Así había sido.
Escuchar sus preguntas sarcásticas y sus miradas llenas de amenaza, me hicieron salir de mis casillas. Me estaba provocando, quería hacerme enojar y realmente lo estaba logrando. Pero de pronto, mi tía le hizo una pregunta sobre el regreso a su país y lo que dijo me ha dejado de piedra, de tal manera que me he atragantado con el vino que bebía en ese instante ¿Se irá para siempre? Pero ¿Qué mierda...?
Cuando se levantó para ir al servicio, aproveché el momento para seguirla. Aquello tenía que aclarármelo ¡Sí porque sí! ¡Ella no se iría de la nada dejándome así!
-¿Qué es lo que pretendes? –interrogué con voz queda, observándola desde atrás. Sus hombros se tensaron, esperó un momento antes de girarse y enfrentarme. Me coloqué derecho para intentar mantenerme firme, mostrando toda mi altura, que a su lado, a pesar de los tacones rojos que llevaba puesto, le sacaba una cabeza por completo. Observé sus delicados rasgos ensombrecerse. Mi pulso y cuerpo traicionero estaban en estado de nerviosismo.
-¿Qué pretendo? ¿Yo? Absolutamente nada.
-No tengo paciencia para tu lengua viperina ahora, Rebeca.
-Nunca tienes paciencia, Matías. Y te lo repito. No pretendo nada, a cambio de ti.
-¿De mí? –asintió apretando su mandíbula. Miré sus labios pintados de rojo por instinto pero enseguida volví mi vista a sus ojos.
-Sí, desapareces por una maldita semana y de paso me mientes ¿Qué pretendes? ¿Por qué me has mentido? –Aparté la mirada soltando el aire- Dices que quieres espacio para pensar ¿Qué necesitas pensar? ¡No puedo entenderlo!
-Sólo necesitaba pensar.
-¿Sabes? Estoy cansada de intentarlo contigo –subí mis ojos sintiendo mi corazón acelerarse por temor a lo que pudiera decir. Su respiración también estaba acelerada, y sus gestos se veían dolidos- No te presionaré más Matías, es todo. Se acabó –se movió para pasar por mi lado, pero alcé la mano para impedir su partida.
-Suéltame, por favor –demandó alejándose de mi agarre.
-No, no se ha acabado.
-¿Cómo qué no? –alzó sus ojos sin hacerse más hacia atrás, por lo que estábamos un poco más cerca y sus ojos se notaban más grandes, puesto que miraba hacia arriba para poder dar con mis ojos.
-No Rebeca, no se ha acabado.
-¡Definitivamente eres bipolar! –bramó con enojo. Mordí mi labio inferior controlando mi propia ira.
-Rebeca, no grites. Puedo explicártelo.
-¡No Matías! ¡No hay nada que explicar! – me empujó por el pecho para alejarme de ella. Di un par de pasos hacia detrás por el impulso- ¡Eres un imbécil! No te dejaré jugar más conmigo ¿Por qué no vas con esa maldita plástica! –Señaló la carpa refiriéndose a Katrina- ¿Por qué no te la coges a ella y me dejas en paz!
ESTÁS LEYENDO
Mundos Adversos
RomanceRebeca, una chica Venezolana que huye a la edad de veinte años de su país, por causa de la enfermedad de su madre, en busca de una mejora económica que la ayude a salvarla. Por desgracia, la vida le quitó a esa bella mujer que la crió, dejándola com...