Capítulo 16 -Noche buena.

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Dos días después, de aquella noche. Nos encontrábamos todos el 24 de diciembre a las once de la noche, después de la cena navideña, sentados y algunos de pie, en la sala de la casa de mi tía con los regalos debajo del Árbol decidiéndonos por quién comenzaría primero en abrirlos

-Que abran los novios sus regalos primero.

Anunció la abuela refiriéndose a Santiago y Mary. Esa noche estaban los padres y hermanos de Santiago en casa, compartiendo junto a nuestra familia esa representativa noche de navidad. No había niños, por lo que no había niño Jesús ni Santa, como lo quieran llamar. Por lo que decidimos hacer un especie de "amigo secreto" Ya todos se habían enterado de mi relación formal con Matías. Y la abuela y mis tías se volvieron como locas al enterarse.

Él estaba junto a mí, rodeando mis hombros con su brazo reposando en el respaldar del sofá donde estábamos sentados.

-¡Sí! ¡Que lo abran!

María Esperanza, ni corta ni perezosa, se levantó y cogió algunos regalos con su nombre de debajo del árbol de navidad. Los flashes no se hicieron esperar.

-El primero es de... ¿Santi?

-¡Feliz navidad cariño! –La chica sonrió con alegría y lo abrió. Se trataba de unos boletos a Curasao para su luna de miel. La mujer casi se desmaya de la emoción. Todos aplaudimos y reímos por sus cosas. El resto de los regalos fueron entre lindas prendas de ropa y accesorios. Yo le había traído un hermoso bolso que me pidió hace un tiempo, de Canadá. Me agradeció con un fuerte abrazo.

-¡Ahora Santiago! –gritó la chica quedándose de pie junto al árbol. El muchacho se levantó y fue a por sus regalos. Abrió el que le obsequiaron sus padre y el los padres de Mary. Por último, cogió una pequeña caja cuadrada.

-Este es de mi querida novia –anunció con una sonrisa juguetona en sus labios. Mary tapó su boca con los ojos brillando en espera de que lo abriera. Toda la sala se quedó en un sepulcral silencio repentinamente.

Cuando sacó dos pares de diminutos zapatos de bebé. Una exclamación general se escuchó. Mi mandíbula casi cayó al suelo.

-Oh...-susurró Matías a mi lado con las cejas y los ojos abiertos.

-¡Felicidades! ¡Vas a ser papá! –Santiago soltó una risa floja y luego sus ojos comenzaron a soltar lágrimas. Todos aplaudimos conmocionados por el momento, yo tragué grueso para aguantar mis propias lágrimas mientras la pareja se abrazaba con fuerza y lloraban de felicidad.

Nos levantamos, uno por uno para felicitarlo. Santiago no cabía de la emoción. Miramos la ecografía del mes y medio que tenía mi primita, y tiempo después, cuando la euforia fue pasando, volvimos a nuestros puestos para continuar con los regalos.

Cuando llegó el turno de Matías, éste se encontraba nervioso. Mi abuela, mis Tíos Jorge y Rosa y hasta mi prima Mary junto a su prometido, le habían comprado algo. Quedé impactada ¡De verdad estaban enganchados con él! ¿No?

Mis tíos le regalaron una muy bonita billetera de la Timberlake, de cuero café. Matías agradeció avergonzado por aquel regalo.

-El nuestro no lo abras aquí –anunció mi prima. Matías abrió los ojos y lo dejó a un lado. Todos en la sala rieron y yo ¡Cómo tonta! Me sonrojé sabiendo que sería alguna locura de Mary.

Por último abrió el de mi abuela. Pero lo que allí apareció nos dejó a todos de piedra.

-Mi hija Reina –nombró a mi madre. Yo me paralicé mirando aquel pequeño objeto- Me dijo que cuando mi Rebeca, consiguiera al hombre adecuado para ella, le diera esto...

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