Capítulo 11- infernal cumpleaños

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Me desperté sintiendo como mi estómago estaba a punto de devolverse. Corrí torpemente hasta adentrarme en el baño, llegué a váter y solté todo el contenido líquido de mi estómago.

-¡Ay coño! –solté al acabar, sosteniéndome la cabeza por el fuerte dolor. Cerré los ojos y me senté en el suelo respirando profundo para calmarme.

Cuando todo dejó de dar vueltas, bajé el agua de váter y me levanté casi sin lograrlo. Lavé mis dientes odiando el sabor que tenía en mi boca y salí del baño con el gesto contraído. Tratando de recordar lo sucedido el día anterior. Pero a penas y tenía imágenes borrosas en mi mente.

Abrí los ojos de par en par cuando recordé la figura de Matías golpeando a aquel hombre y trayéndome a casa. Busqué con mis ojos por la habitación para ver si se encontraba allí, pero no estaba. Salí en su busca por toda la casa, pero no había rastro de él ni de que estuvo allí. Fruncí el ceño extrañada ¿Habré alucinado? ¿Tal vez fue alguno de mis amigos?

Me parecía extraño que fuera Matías ¿No estaba de viaje? –pero entonces, me fijé en que mi vestido estaba a un costado en mi cuarto y tenía una pijama puesta ¿Quién me ha traído y me ha quitado la ropa?

Recordé que me subió entre sus brazos, y el olor de su perfume llegó a mi mente. Cogí el vestido y olí para ver si no había sido mi imaginación, y efectivamente, su perfume masculino se había pegado un poco. Pero ¿Por qué había ido a por mí? ¿Cómo se enteró de que estaba allí? Y la pregunta más importante ¿Qué mierdas hacia aquí? ¿No se supone que estaba de viaje?

Chasqueé la lengua y me dispuse a darme un baño. Me sentía sucia y olía a rayos. Me duché despejando mi mente y pasando un poco la pea (7). Luego salí y me coloqué ropa de estar en casa. Después, caminé hasta la cocina para prepararme algo de comer. Cuando acabé y estaba devorando el desayuno, aunque con el estómago un poco revuelto, tomé el celular para ver si tenía alguna llamada o mensaje.

(7)Pea: Borrachera.

Pero no había nada. Por lo que decidí escribirle yo. Quería saber qué había sucedido anoche y si estaba aquí.

Hola ¿Sigues en la ciudad?

Envié sintiéndome insegura por escribirle. Pero su respuesta nunca llegó. Por lo que di por hecho de que tal vez no estaba en la ciudad, o el país. Encogí mis hombros y dejé el celular tirado en algún lugar.

El resto de la mañana que quejé de algún dolor en el vientre que me dio y me la pasé en reposo. Por la tarde me acerqué a mi trabajo para laborar por lo menos medio día ¿Qué iba a pasar con el cumpleaños de Matías si él no iba a estar? Y como si me hubiesen leído la mente, la tía de Matías llamó a mi celular, contesté de inmediato:

-¿Hola?

-¡Hola Rebeca!

-¡Hola señora Judith! ¿Cómo se encuentra?

-¡Oh muy bien cariño! ¿Y tú?

-Bien, bien, gracias.

-Me alegro querida ¿Cómo vas con mi sobrinito? –torcí el gesto y traté de responder lo más animada que me podía permitir.

-Bien, todo bien.

-Me alegro corazón ¿Te ha comentado de la cena para su cumpleaños?

-Emm...no, no hemos tenido tiempo de hablarlo –mentí.

-Que lastima, pues entonces he hecho lo correcto en llamarte –anunció con voz cantarina- Éste año hemos decidido hacerlo al aire libre.

-¿Al aire libre? –fruncí el ceño.

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