Capítulo 14- Tú, eres mía.

107 14 3
                                    

Desperté cuando alguien tocaba la puerta de la habitación de Mary. Me levanté con pesadez dándome cuenta de que había anochecido y abrí.

-Hola hija, sé que estás cansada por el viaje. Pero, en media hora estará lista la cena. Ya tu abuela viene de camino con Mary y Santiago. También viene tu tía Laura y los muchachos.

-Vale tía, me alistaré y bajo.

-Avísale a Matías.

-Bien...-asentí y con una sonrisa se despidió para bajar de nuevo. Regresé para cepillar mis dientes e ir a descargar la vejiga, luego, regresé a la puerta para ir hacia la habitación de Matías.

Toqué con mis nudillos suavemente y esperé. A los pocos minutos un Matías sin camisa y con rostro soñoliento abrió la puerta. Barrí con mis ojos su tonificado torso, contemplando sus delineados cuadros y su pecho formado. Un V que iba de sus caderas hasta desaparecer por lo bajo de su abdomen en la orilla de su bermuda.

Rascaba su nuca con una mano, mientras tenía el ceño fruncido. De modo que su bíceps se notaba más fuerte así. Relamí mis labios embelesada antes de decir:

-La cena será servida en media hora. Ya vienen en camino algunos familiares.

-Vale, iré a ducharme.

-También yo... –asentí con la cabeza lentamente sin dejar de mirarlo. Matías también me miró fijamente, con su rostro cambiando de soñoliento a espabilo total.

-¿Estás bien? –Preguntó con su voz ronca. Tragué grueso y asentí con la cabeza nuevamente, viéndome incapaz de contestar, ya mi cuerpo había comenzado a temblar por el deseo, lo deseaba y necesitaba. Pero no quería caer como la primera vez, no podía permitir que él volviera a utilizarme.

-Iré a arreglarme –me giré y retire antes de que pudiera detenerme, si decía algo más, caería rendida.

Me duché con el agua fría, necesitaba controlar mi cuerpo deseoso. Al terminar, me coloqué algún atuendo adecuado para la cena e ir luego de fiesta. Trataba de un vestido estilo veraniego, ceñido a hasta la cintura y luego suelto hasta los muslos, en color azul marino con flores claras pequeñas. Lo combiné con unos tacones altos en color beige, que combinaban con las flores. Maquillé mi rostro tenuemente y me sequé el cabello para dejarlo más liso, luego hice una coleta alta dándole una ligera forma de elegancia y salí.

Justo al hacerlo, Matías iba de salida de su habitación. Sonrió al verme y yo caminé hasta llegar a su altura para bajar juntos.

-Estás hermosa.

-Gracias, tú también te ves muy bien –halagué mirando un poco su atuendo. Se colocó un Jean oscuro semi ajustado, con una camisa de mangas cortas y cuello en V en color gris claro, añadió una chaqueta de cuero en color café a juego con sus zapatos. Por primera vez lo miré vestido de aquella manera tan juvenil y con ese toque de chico malo. Sonreí satisfecha por su atuendo.

-¡Hola primita! –saludó animada Mary desde la sala al mirarnos bajar.

-Hola ¿Dónde está mi abuela?

-En la cocina, invadiendo el espacio de mi mamá –colocó los ojos en blanco. Sonreí y le avisé a Matías que en breve volvería con ellos. Éste se sentó junto a Santiago y mi prima comenzando a hablar, me gustó ver que poco a poco se iba sintiendo más cómodo al hablar el español, aunque todos combinase el inglés y el español para ayudarlo.

Me adentré en la cocina en silencio y observé a mi abuela por un tiempo, mientras me daba la espalda y terminaba la comida junto a mi tía. Quise llorar, no nos habíamos visto desde que mi madre murió, hace tres años.

Mundos AdversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora