Capítulo 29- Deseoso de Poder.

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-Señora Martínez –susurraba una suave voz masculina en la lejanía. Fruncí el ceño todavía con los ojos cerrados al sentir el fuerte dolor de cabeza.

-¡Auch! –me quejé cuando mis dedos sintieron un bulto en mi frente. Abrí los ojos y me encontré con unas pupilas verdes brillantes que me miraban fijamente, muy cerca. Me hice hacía atrás, afincando más el fruncido de mi ceño.

-¿Qué sucede?

-Te has desmayado ¿Te sientes bien? –Contestó una voz femenina a un lado, aparté la mirada del joven de ojos verdes y la fijé en Sasha, la enfermera principal y mi jefa.

-Sí, yo...me he mareado, es todo–Me sentía desorientada, me dolía mucho la cabeza y sentía un ligero mareo. De inmediato viene a mi mente el encuentro con Samuel, me tenso pensando en sus últimas palabras "Te vas a arrepentir, Rebeca" ¿De verdad sería capaz de hacer algo en mi contra? ¡Bah! No lo creo, es solo un viejo resentido y envidioso deseoso de poder, un poder que ahora no va a tener con nuestro pequeño milagro. Al recordar al bebé abro los ojos descomunalmente y me llevo la mano al vientre asustada.

-¿Qué sucede? ¿Te duele? –Preguntó el chico de ojos verdes al ver mi gesto.

-No, esto...yo...

-Está embarazada Edward, todo está bien Rebeca. No te has lastimado de esa manera, tu bebé está bien. Pero debes tener cuidado con esas caídas ¿Has comido? ¿Siempre tienes mareos?

-Sí, he comido y también suelo tener mareos. Ahora tengo las defensas debilitadas por el embarazo. Pero me pondré bien, lo prometo. Tendré cuidado.

-¿Quieres que llamemos a tu esposo? Puedes irte si te sientes mal.

-¡No! ¡Nada de eso! Estoy ansiosa por comenzar a trabajar –Sasha me miró con amabilidad y sonrió, yo le devolví el gesto.

-Bien, recupérate unos minutos más y nos vemos en pediatría.

-Vale –Sasha se aseguró de que verdaderamente estuviera bien y se retiró, dejándome con Edward.

-¿Cuánto tiempo tienes?

-Dos meses –el chico asintió y sonreí- ¿Eres nuevo? –Pregunté levantándome con cuidado, Edward me ayudó y me tendió un vaso de agua.

-Tengo un año aquí.

-No te había visto.

-Sí, bueno, suelo trabajar los turnos nocturnos, pero ahora estoy haciendo un curso por las tardes y trabajaré el turno diurno.

-Oh, qué bueno.

-Sí ¿quieres colocarte algo allí? –Señaló el bulto de mi frente, lo toqué con cuidado y negué con la cabeza.

-Estoy bien, gracias. Iré a pediatría, ha sido un placer Edward.

-El placer es mío Rebeca ¿Nos vemos en la comida?

-¡Claro! Nos vemos –me sonrió con una muy linda sonrisa de dientes rectos y se alejó ¿Tendría mi edad? Pensé dentro de mí.

Me dirigí al ascensor y me adentré en él, ahogando un grito al ver el hematoma que comenzaba a formarse sobre el bulto en mi frente ¡Mierda! ¡A Matías no le gustará ver aquello! Ya me inventaría una, no podía decirle la verdad. Sabía que ahora estaba estresado por la denuncia que había colocado su tío, y el posible juicio que tendría que asistir. Lo mejor sería ignorarlo. Ese viejo solo es un gruñón manipulador y aprovechado.

-¿Te sientes mejor?

-Sí, gracias Sasha y disculpa por el espectáculo, prometo que no volverá a ocurrir.

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