Nos levantamos cerca de las doce del mediodía. Cuando fui en busca de Matías este estaba terminando de arreglarse, ya se había aseado.
-¿Tienes hambre?
-Un poco.
-¿Has comido Arepas?
-¿Arepas? –pronunció torpemente con el cejo fruncido. Reí y volví a pronunciarlo corrigiéndolo.
-Sí, Arepas.
-No ¿Qué son?
-Es masa de maíz pre-cocida y se coloca en una sartén especial, o como lo llamamos aquí, budare.
-¿Y cómo se come?
-Pues, cuando está cocida se abre y se rellena con Jamón o queso, o con lo que desees.
-Umm...
-Es rico, espero te guste.
-Lo que he probado ayer, me ha gustado. Era muy bueno.
-Lo sé –bajamos sin dejar de hablar. Yo me había colocado un short de jean y una camisa de tirantes en color rosa palo. Matías tenía una franela blanca, de esas que se coloca como guardacamisa, y un short de estar en casa.
-¿Podríamos ir a comprar ropa hoy? Ya no me queda nada acorde con el clima –reí y asentí.
-Claro, podemos ir a algún centro comercial. Pero debemos cambiar moneda, no podrás comprar con dólares.
-¿Sabes dónde se puede cambiar?
-Mi tía tiene un amigo, ya le digo.
-Vale, gracias –Asentí y nos adentramos en la cocina.
-¡Buenos Días!
-¡Hola muchachones! ¿Cómo han dormido?
-Bien señora Rosa, Gracias –respondió Matías.
-¿No te ha dado mucho frío? Porque habían más cobijas en el closet.
-No, no, estuve bien, gracias –mi tía le sonrió y siguió en lo suyo.
-¿Necesita ayuda señora Rosa?
-¡No chico! ¡Tú eres el invitado! Anda con los muchachos, están afuera.
-Okay –le sonreí y este devolviendo el gesto se alejó hacia la parte trasera de la casa, donde ya mis primos estaban lanzándose a la piscina. Observé a Matías saludar a mis tíos y mis primos mientras se sentaba con ellos, bajo el sol del mediodía, su cabello castaño viéndose más claro, sonrió por algo que dijo mi prima y negó con la cabeza ¿Qué le estará diciendo?
-¿Dónde está mi abuela y Laura?
-Han salido a comprar algunas cosas.
-Déjame ayudarte –me puse a ayudar a mi tía a terminar con el desayuno (Aunque era ya casi la hora de almuerzo) al parecer, ellos también se habían acostado bastante tarde y habían despertado hace no tanto.
-¿Le has colocado sal a los huevo? –mi tía asintió. Cogí un bol y saque los huevos revueltos para colocarlos en él. Ella sacaba las Arepas del horno, le gustaba ponerlas al budare y luego meterlas un rato al horno para que "esponjaran". Tomé los platos y los cubiertos y comencé a llevarlos afuera para colocarlos en el mesón de mármol junto a la parrillera, en la chocita. Al regresar a la cocina, devuelta a la casa, habían llegado mi abuela y la tía Laura con algunas compras.
-Hola abuelita.
-Hola hijita ¿Cómo durmieron?
-Bien, gracias.
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Mundos Adversos
RomanceRebeca, una chica Venezolana que huye a la edad de veinte años de su país, por causa de la enfermedad de su madre, en busca de una mejora económica que la ayude a salvarla. Por desgracia, la vida le quitó a esa bella mujer que la crió, dejándola com...