Capítulo extra

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Este capitulo transcurre antes de que Wes y Jodie se besaran por primera vez. No pregunten, sólo gócenlo JAJAJAJA

♥♥♥

De: Anton ♡
Para: Jodie
Estoy en el cementerio de la ciudad. Ven cuanto antes, por favor.
21.13 hs.

Estiré el cuello y eché la cabeza un poco hacia atrás para leer el cartel de la entrada del cementerio. Era, de cierta forma, bonito bajo la luz de la luna. Se veía que alguien se tomaba la molestia de limpiarle la caca de paloma de vez en cuando.

Wes apareció a mi lado unos segundos después, con su abrigo elegante y su bufanda roja de intelectual.

—¿Es aquí?

Asentí y busqué con la mirada a mi otro amigo. Encontré a Anton parado junto a un puesto de flores, cruzado de brazos y con una expresión de angustia en su rostro. Me acerqué hasta él a paso rápido y lo tomé por los hombros.

—¡¿Estás bien?! ¿Te has lastimado? ¿Te han lastimado? —Puse mis manos en su rostro y comencé a buscar señales de maltrato—. ¿Qué diablos ha pasado? ¿Por qué estás llorando?

Me quité los guantes de lana y le sequé las lágrimas con mi pulgar. Me pareció oír a Wes resoplar detrás de mí.

—Perdí a Luna —dijo.

Abrí los ojos con terror. Luna ya tenía casi un año de edad. Estaba en plena juventud gatuna ¿Qué diablos le había pasado?

—Ay, lo siento tanto. —Lo abracé y él me correspondió—. ¿Qué le sucedió? ¿La pisó un camión, la envenenaron?

Anton se separó de mí y me miró, asqueado y ofendido.

—Luna no está muerta, sádica. —Me apartó—. Sólo se ha metido al cementerio.

Abrí la boca y le di un empujoncito.

—¿Y por qué diablos estás llorando, idiota? Ve a buscarla.

El muchacho se secó unas lágrimas con el reverso de su mano, con movimientos elegantes. Luego, suspiró de forma teatral y se acomodó el cabello.

—No pienso meterme a un cementerio de noche yo sólo para buscar a un gato negro ¿No le encuentras fallas a ese plan? —Se arremangó el suéter azul que llevaba puesto y me enseñó marcas de arañazos—. La estaba llevando al veterinario para castrarla y ella me clavó las uñas como poseída y entró allí, donde nadie en su sano juicio la tocaría.

—Te has montado un drama enorme por esto —dijo Wes. Los dos nos giramos a verlo—. Estábamos estudiando para un examen importante cuando le enviaste ese mensaje a Jodie. Nos habías preocupado.

Suspiré internamente. Un rizo negro había caído de vuelta sobre su frente y tocaba el marco de sus lentes.  Él era como un Clark Kent y yo quería ser su Mary Jane.

Ay, no. Luisa Lane.

—Nadie te ha invitado a ti, vejete —respondió Anton—. Mi mensaje decía "Ven cuanto antes", no "Ven cuanto antes con el sujeto que no me cae bien".

Wes se llevó una mano al pecho y tomó aire con fuerza, visiblemente indignado. Él sólo era cuatro años mayor que nosotros, pero Anton era capaz de agarrarse de cualquier cosa para molestarlo. Lo odiaba porque no sólo acaparaba toda mi atención, sino que, según él, invadía nuestros momentos de mejores amigos.

Todo por el clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora