¿Una chica Alpha?

Capítulo 50: Fin

(Escuchen la canción)

Salí de la sala para limpiarme en el baño.

—¿Vas a morir? —Preguntó Jesse con los ojos llorosos. Me agache un poco y lo abracé.

—Jesse, yo…

—Contesta. ¿Vas a abandonarme?

—Nunca te abandonaria. —Le dije.

—Entonces, ¿por qué rayos eliges morir?

—Jesse, te amo. Pero es lo que debo hacer.

—Lo eliges.

—¿Podrías matarla? ¿Podrías matar a tu hermana?

—Eso…

—No puedo matar a mi hermano.

—Él no parece pensar igual.

—Jesse…

—No. Ya entendí. Hiciste tu elección. —Se fue enojado escaleras arriba. Iba a seguirlo, pero pensé que dejarlo sólo sería mejor.

—Bree. —Me llamo Alex. Todos los chicos estaban viéndome y llorando.

—Sí. Ya sé. Lo siento, yo… —Alex me abrazó de improviso.

—Cállate y abrázame. —Lo abracé. —Cualquiera diría que intentaría convencer a la niña que conozco desde que nací, casi. Pero te conozco. Y no cambiaras de opinión. No voy a pasarmelo discutiendo contigo.

—Gracias.

—No significa que esté a favor.

(...)

Brent estaba al lado de mi cama llorando.

—Brent, ¿Qué pasa?

Brent me mostró su muñeca y tenía el tatuaje. Empecé a llorar. De pronto él empezó a cambiar. Le grité que resistiera, que no se transformará. Pero eso no se puede.

Me desperté con mi hermano sacudiendome por los hombros.

—¿Brent?

—El único. ¿Qué pasó? Parecías tener una pesadilla.

—Pesadilla. Ryan. Ryan está vivo. Debo verlo.

—¿Qué Ryan?

—Mi amigo. El de la manada. —Dije obvia.

—¿Que manada de qué hablas?

—La manada. ¿Los hijos de la manada de papá?¿El alpha?

—Ya. No es gracioso. Venía a despertarte por tu cumpleaños.

—¿Que? ¿Mi cumpleaños?  

—Sí, hermana. Ya eres mayor de edad. 18. —Subí mi manga. Ningún tatuaje.

—No. Esto no me puede pasar. No. ¿Eteria?¿Naida? ¿Calai?¿Demetria?

—Bree, ¿Qué te pasa?

—Largó. —Dije sacándolo de mi habitación.

—Demetria, por favor, contesta. ¡Demetria! —Grite.

Me desperté de golpe. Rex me estaba abrazando.

—¿Estas bien, cariño? —Preguntó Demetria.

—Materializate. Por favor. —Se hizo frente a mi. Me safe de Rex. La abracé. Se sorprendió unos segundos y luego me devolvió el abrazo. —Demetria, te amo.

—¿No me odias?

—No podría odiarte. Tu me mantienes humana. Y sé que lo niegas, pero te preocupas por mi. Me quieres.