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Todos los días era casi la misma conversación, la misma secuencia de los actos y las mismas reacciones, por una hora mis pensamientos eran los mismos, después, simplemente me preparaba para vivir algo parecido al día siguiente. Y si bien entendía que una ferretería no podía sustentar a una familia, ellos no entendían que un año sabático significaba no hacer nada durante los 365 días.
Mamá me dijo algo que no llegué a escuchar, entré a mi cuarto y golpeé la puerta fuerte para hacer resonar mi enojo y aburrimiento a la monótona conversación, donde ellos me pedían que yo buscara trabajo y yo les prometía que iba a hacerlo, pero de verdad no salían ofertas y nada era suficientemente bueno para adaptarse a mis horas en el estudio de Catriel, donde intentaba tatuar. Era hora de que empezara a reflexionar lo mucho que mis papás se estaban esforzando para que mi hermano y yo tuviéramos un buen pasar, y aunque nunca nos hacía falta nada, sabía lo mucho que les costaba que eso fuese así, por lo que me senté en la computadora, y como todos los días busqué un trabajo que fuera adaptable. Una vez más, no encontré nada.
Encendí un cigarrillo antes de mirar Instagram y ver las tonterías que ponían mis ex compañeros en sus respectivas facultades, sus nuevos grupos de amigos, sus fotos que demostraban que estaban estudiando o algunos que se mostraban orgullosos de llevar la remera de Burguer King como si no fuese un trabajo esclavo. Después estaban mis fotos, con mis amigos, en el estudio, mis diseños, yo tatuando y las cosas que simplemente me representaban. Un mensaje nuevo de whatsapp llegó y al corroborar que no era de los grupos, entré a contestarle a Catriel, mi amigo y mayor maestro tatuador, me había enseñado un montón y aunque todavía me corría con que tenía que aprender, me dejaba arruinar pieles de borrachos y drogados cuando se presentaban, lo que era suficiente.
Cata te conseguí el número del pibe que me preguntaste el otro día, ojito igual eh +154332215678
Antes de agradecerle, lo agendé en mis contactos y al actualizarlos y buscar al nuevo, me decepcioné de encontrarme con una foto de un auto.
Ojo! Te espero mañana así practicas un poco, besos.
No le contesté porque no sabía si iba a poder ir y preferí agradecerle en persona cuando lo viera, le di una pitada al cigarrillo y salí de la compu para acostarme en la cama con el celular. No tenía ni idea de cómo se llamaba mi nuevo contacto, pero sí sabía de quién se trataba a pesar de tampoco conocerle la cara. Según me dijeron cuando pregunté, la mejor mercadería de zona norte, ilegalmente hablando.
Por puro impulso envié un Hola, pero al segundo después, mi cuerpo enteró tuvo una descarga eléctrica y me apuré a darle una pitada al cigarrillo, me contestó con un Hola de la misma forma y exhalé el humo con un suspiro, no estaba segura de lo que estaba haciendo, pero la lista por las razones que quería hacerlo se apareció en mi mente y con las manos temblorosas miré la pantalla.
Qué linda que sos.
Abrí los ojos sorprendida al leer las palabras en mi pantalla quebrada y le di una de las últimas pitadas al cigarrillo, empezó a escribir y esperé a ver más.
¿Qué se te ofrece bombón?
Sonreí y dándole la última pitada, lo dejé para usar las dos manos cómodas al contestar, extrañamente habían dejado de temblar.
¿Podría decir lo mismo?
Precios.
Suspiré y me mordí el labio, lo vi escribir y fue imposible no impacientarme y casi morderme las uñas.
Tan linda para precios... nah, ¿no querés otra cosa?
Rodé los ojos y escribí aprovechando que seguía en línea.
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Un cambio al Mal.
Teen FictionCatalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a terminar. Ella no podía ser como el resto, tener una aspiración a una carrera o mínimamente a un trabajo que sustentara sus gastos más básicos...