Los hechos fueron más rápidos de los que creí asimilar, delante de mí pasaron cosas que no había imaginado ver nunca y que me hicieran temblaran hasta el dedo meñique del pie, nunca había sentido tanta adrenalina antes, lo cual no sabía si era bueno o malo. Haberlo visto en películas fue la misma nada, desde cómo se desarrollaba un tiroteo hasta cómo se agarraba un arma, todo lo que había visto fue ficticio y muy irreal, por lo que cuando me enfrenté a la vida misma, la única opción fue dejarme llevar por mi instinto. Los cuerpos tirados frente a mí fueron lo más impactante, pero sin detenerme a pensar en ello, corrí cuando Lyan me indicó que fuera al auto para alejarme del tiroteo que entre bandas se resolvía en los trenes. Los disparos se acostumbraron a mi oído y en dos minutos se hicieron tan frecuentes que no me impactaron de la misma forma que los primeros, por lo que intenté pasar con naturalidad la tensión que se vivió hasta que llegué al auto y observé desde lejos. Boris y Diego fueron los primeros en correr hacia los trenes con el arma entre las manos y Lyan corrió al costado del primer tren, donde desapareció por la oscuridad que pronto lo hizo perder de mi vista, aumentando mi desesperación por no distinguir a nadie.
Podía escuchar mi propia respiración, mi corazón palpitar con fuerza, el silencio me permitía escuchar voces desde lejos, ninguna era la que yo conocía y pronto me sobresalté con un tiro repentino, sin embargo fue lo único que sucedió y dejé pasar un minuto, dos, tres incluso y todo siguió en silencio, no aparecía la sombra de nadie y en cuanto la sirena de policía estuvo cerca, mi desesperación aumentó pensando en lo único que se me podía pasar por la cabeza, mi familia.
El primero en salir de la oscuridad fue Diego y sosteniéndose el hombro corrió hacia el auto con dificultad para subirse, perpleja lo observé llegar a él y pronto a Boris quién también se subió y encendieron el auto. Arrancaron y pasaron frente a mí con el auto acelerado robándome el último aire que me quedaba. Anonadada y sin poder creer que lo que estaba viviendo, salí de atrás del auto de Lyan sintiendo las sirenas cada vez más cerca, por lo que corrí sin pensar y le ordené a mis piernas que se dirigieran a los trenes, por dónde Lyan había entrado. La oscuridad fue la misma que se asumía de lejos y con el corazón en la boca intenté tantear la chapa de los trenes con mi mano libre ya que con la otra saqué el arma de mi short y la sostuve con fuerza sacándole el seguro para cualquier cosa, me subí al primero y antes de avanzar, me caí por la culpa de un obstáculo muy humano para mi apreciación, enseguida toqué con lo que me había tropezado, era un cuerpo y ahogué un grito intentando identificarlo a Lyan, pero no era él.
Los ojos se me llenaron de lágrimas y del susto me alejé del cuerpo caído sintiendo en mis manos la humedad de su sangre, me levanté rápido y traté de seguir la luz que se sentía provenir de algún lugar, tuve que pasar por el medio de dos trenes y crucé a uno que la luz de la estación al estar cerca, lo iluminaba mucho más, por lo que vi mi camino y corrí buscando lo que esperaba encontrar pronto. Me choqué con un cuerpo de espalda y cuando éste se dio vuelta, el arma fue lo primero que me apuntó pero era Lyan y la bajó de inmediato.
—Ay Dios mío pensé que estabas muerto. —le dije abalanzándome sobre él para abrazarlo. Me abrazó también y me presionó contra su pecho cuando un sollozo salió de mi garganta pronto poniéndome a llorar.
—Shh, no hagas ruido... no llores.
Intenté respirar fuera de su cercanía y me alejé un poco para mirarlo, él quiso agarrarme de la cara con su mano pero antes de desviarme la mirada, y no distinguir con claridad lo que mis lágrimas no me permitían, al poca luz que entraba desde las ventanas rotas me permitió identificar un movimiento, pronto una silueta y sin ser consciente de mi acto, levanté el brazo por el costado de su cuerpo y presioné el gatillo, una, dos veces y el arma vibró en mi mano por no sostenerla con la fuerza que me imponía, por lo que se me cayó tanto como el cuerpo al que le disparé y Lyan rápidamente se dio la vuelta para apuntar con la suya, pero ya no había nadie parado, la persona cuya vida le saqué, estaba tirada en el piso.
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Un cambio al Mal.
Teen FictionCatalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a terminar. Ella no podía ser como el resto, tener una aspiración a una carrera o mínimamente a un trabajo que sustentara sus gastos más básicos...