Narra Lyan.
4 años después.
Miré con detenimiento cada partícula que constituía su ser. Lo que a simple vista podía identificar y lo que entendía cuando demostraba su interior. No podía compararlo con nada que antes hubiese visto o con la felicidad que me producía la cantidad de plata inmensurable que tenía en mi cuenta. La felicidad era otra cosa y exactamente, para mí, una persona, dos en el momento de la vida que pasaba, pero una sola para siempre.
Amelí. Mi hija.
Un año se cumplía de su vida en la nuestra y el recuerdo de aquel momento me llevaba a volver a sentir el miedo, la angustia, la felicidad, la intriga y todo lo que conllevó conocer a mi bebé. El miedo fue porque era algo desconocido para mí, desde decidir traerla a la vida, conocerla, hacerla feliz y protegerla con todo lo que estuviese a mi alcance, la angustia, porque no sabía si iba a poder ser más de lo que mi alma podía en cuanto a su seguridad por el tipo de ambiente en el que iba a crecer, felicidad porque mi sueño más grande estaba a poco de concretarlo y sentirme realizado, intriga de saber cómo era, si iba a tener los ojos de su mamá, mi boca, la nariz de ella, mi carácter o el suyo. Lo que conllevó era cuestión de vivir a su lado, tenerla en nuestra vida, priorizarla y amarla por sobre todas las cosas.
Su llegada al mundo tuvo muchísimas complicaciones por adelantado: Tratamientos, operaciones, pérdidas y mucho dolor se volvió nuestra anticipación a la creación de Amelí. De hecho no fue concebida de la manera más natural, la ayuda de la ciencia avanzada fue fundamental para que quisiera quedarse de una vez por todas en el vientre de su mamá y aceptara que de verdad la deseábamos para que se quedase, la esperábamos y amábamos la ilusión de ella en nuestras vidas. Llegué a creer que no quería venir al mundo bajo la descendencia que se le heredaba, era una posibilidad y la tuve en cuenta a todo momento, desde que Cata quedó finalmente embarazada, los problemas con la placenta y complicaciones a lo largo del embarazo, pero haber nacido y dejar de llorar cuando la sostuve en mis brazos por primera vez, me demostró que me iba a amar y aceptar sin importar qué, por lo que se resignaba a ser mía.
Yo no quería nada más que un hijo, deseé tanto poder crear una persona que no creí que se me iba a poder cumplir en la vida que me tocó como Lyan Olivera, posiblemente en otra vida pero el deseo estuvo desde mi uso de razón y a flor de piel, haberla encontrado a Catalina fue, es y va a ser siempre lo mejor que me pasó. Tenerla al fin entre mis brazos el resultado de ambos, sintiendo su respiración calmada y siendo la perfecta combinación de su mamá y de su papá, me hacía emocionarme como un tonto, pero de verdad me conmovía que no estuviese viviendo un sueño.
Ella estaba al fin asumiendo que era mi vida entera y yo dependía de ella hasta el día que decidiera que tenía que estar, cuando no lo quisiese más, ese iba a ser mi pedido al de arriba para que me llevara.
—Un año y un minuto exacto más de vida. —susurró Cata levantando el teléfono para mostrarme la pantalla, arriba de una foto mía con nuestra hija, marcaba la hora: 7.23 a.m. Amelí nació 7.22 a.m. Sonreí viéndola posicionar sus labios en su mejilla rosada y presionar suavemente un beso, inspiró su aroma y cerró los ojos manteniéndose cerca, muy cerca de ella. —Feliz primer año mi vida.
Ella dormía, se mantenía calmada y respirando para mi felicidad, entre medio de ambos sin poder decidir si se acercaba más a uno o al otro. Desperté a mi energía y me levanté un poco también, teniendo a favor que había decidido dormir más cerca de mí y puse mis labios donde su mamá los había sacado hacía menos de un minuto.
—Feliz primer cumpleaños amor mío.
— ¿Será feliz nuestra hija? —me preguntó Cata y me aparté para mirarla, estaba pensativa, sin dejar de observarla a Ame. — ¿Será la prueba para aquellos bebitos que no quisieron venir? Quizá cambien de opinión viendo que al menos ella, un año, subsistió con nosotros.
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Un cambio al Mal.
Fiksi RemajaCatalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a terminar. Ella no podía ser como el resto, tener una aspiración a una carrera o mínimamente a un trabajo que sustentara sus gastos más básicos...