28.

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Tu tío puede darse por salvado, ya podés demostrar que tu palabra vale.

Leí el mensaje que Lyan envió y le contesté mientras seguía esperando que me atendieran. Me alegraba que mi tío haya pagado su cuenta, después de todo nadie quería arruinar su familia, sólo él estaba al borde de eso pero no teníamos que ser nosotros quien abriera ese telón, estaba segura que podía hacerlo sin nuestra ayuda y lo demostró pagando lo que debía.

—Catalina Leiva. —llamaron de la oficina que había estado no hacía mucho tiempo, a diferencia de la vez anterior, era una chica quien me recibía y me levanté para llegar a ella y saludarla. —Hola Cata, soy Paula Díaz, secretaria de Fernando Gómez y Benjamín Romero, ellos están de viaje así que yo te voy a tomar la entrevista.

—Hola, ok está bien.

—Pasá, ponete cómoda.

Entré a la oficina que había estado con Fernando días atrás y me senté frente a su secretaria, ella era joven, no más de treinta años, rubia y con una elegancia envidiable. Noté que a pesar de su delgada figura y pequeña fisonomía, de su estomago se brotaba una pequeña panza de embarazada, podía ocultarla bien debajo de la pollera negra hasta las rodillas y una camisa oscura que por su amplitud, poco definía. Su sonrisa parecía sincera y su simpatía me agradaba.

—Bueno no sé si Fer te contó algo del cambio de puesto...

—No, no me dijo nada.

—Ay este Fer, anda por las nubes. —suspiró ella fingiendo frustración y me miró sonriente. —fuiste tomada de operaria, pero como en algunos meses tengo que tomarme una licencia obligatoria, pensó que podrías ser mi suplente, mientras tanto yo te entrenaría hasta que me tenga que ir... ¿en serio no te dijo nada?

—No, nunca dijo nada.

Paula me habló del cambio de puesto repentino y me mareó muchísimo más de lo que hizo su jefe la cita anterior, me explicó con exactitud mi puesto de trabajo y por qué él cambio, supuestamente Fernando vio algo en mí que le hizo creer que yo podía ser buena reemplazante de Paula y ella bromeó porque ambas éramos rubias, pero yo no era teñida como ella y se notaba en mi rubio cada vez más oscuro. Me dijo cuáles eran sus tareas y las ventajas y desventajas que tenía el puesto, me iban a tener la paciencia que necesitara hasta que aprendiera a manejarme pero supuestamente era un trabajo fácil por lo que no debía causarme muchos problemas.

Era extraña el cambio de puesto pero me gustaba más la idea que ser una simple operaria, podía tener futuro en él porque ella era secretaria de dos de los jefes de recursos humanos y si en el periodo de tiempo que Paula estaba de licencia yo funcionaba bien, podían tomarme para alivianar su trabajo y dedicarme a uno de los jefes. Tenía dos meses para adaptarme ya que Paula estaba de cinco meses y podía salir si quería de licencia a los siete, eso significaba que debía ser muy atenta y demostrar que podía. Lo genial de todo era que estaba contratada al fin y quedaba firmar el contrato, pero eso sería cuando Fernando y el otro llegaran de su viaje al interior, lo cual debía ser en dos días.

—Vas a tener un bono para tu ropa, tenemos que mantener una formalidad con el aspecto y como sos una chica joven y sin experiencia laboral dudo que tengas mucha ropa adecuada para el puesto.

—Puedo conseguirla.

—No te preocupes, la empresa te provee un bono de crédito para que puedas empezar con algo, para mí es lo mejor, recibimos uno todos los meses, es como que te dan la oportunidad de elegir tu propio uniforme, y a veces te alcanza para cosas personales. —me dijo en modo de secreto y yo sonreí ya que lo dijo con gracia. Definitivamente quería esos bonos. —bueno Cata, entonces te estoy llamando para que hagamos la firma de contrato, podés sacarte las últimas dudas que tengas con Fer y estás lista para empezar...

Un cambio al Mal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora