Mi hermano volvió a dormirse después de haber hablado con mi mamá por teléfono confirmándonos a todos que el chico herido, ya estaba siendo atendido, tenían que esperar a algún familiar y podían volver a casa. Me aseguré de cerrar la puerta de la pieza de Ivan y me acerqué a la cocina donde Guada tomaba un té, los nervios le hacían doler el estomago y necesitaba calmar la ansiedad de saber cómo estaba Rodrigo a pesar de no conocerlo, además, tuvo que decirle a mis papás que yo estaba en el baño cuando ellos quisieron darme indicaciones al irse al hospital, se encargó de entenderlas para trasmitírmelas.
—No te voy a interrumpir a menos que sea necesario, empezá a desembuchar porque me estoy por volver loca. —dijo y yo tomé una gran bocanada de aire para sentarme frente a ella y exhalar haciendo el intento de mirarla a los ojos.
—Lyan le pegó el tiro.
— ¡¿Qué?!
—Shh, callate. —chisté mirando hacia la puerta del cuarto de mi hermano, volví mi vista a ella y tenía los ojos abiertos de par en par. —me pidió que nos viéramos y cuando estaba con él me llamó este chico, es un compañero del estudio que me hizo comprarle a Lyan porque tenía deuda, como me las dio a mí sin pagar y yo se las regalé, creyó que era una amenaza por algo a futuro, no dudo que no lo fuera pero yo me había desligado, el punto es que vino acá para amenazarme de esto y como yo estaba con Lyan... le pegó el tiro en la pierna, para asustarlo.
— ¿Cata es en serio?
—No, te acabo de contar un cuento para dormir, obvio que es en serio tarada, no pensé que iba a usar el arma pero según él, Rodrigo también tenía una.
—Esto es más turbio de lo que pensaba.
—Te dije que no era cualquier cosa.
—Igual me parece súper caliente. —levantó ambas cejas y yo rodé los ojos recostándome en el respaldar de mi silla. —Deberías haberme contado estos datos antes para mi historia de Bad Boys.
—Me da miedo que él no tenga miedo de usar un arma... entiendo de qué mundo viene pero... Dios, es tan cruel herir a alguien por... plata.
—Pero sólo le lastimó la pierna, tampoco es para tanto.
— ¿Te parece poco? Recién estabas alteradísima por un tiro ¿y ahora te parece que no es para tanto? No idealices esto Guada, es peligroso de verdad, esta gente no tiene escrúpulos, no les importa la vida del otro, se matan por unos pesos y no sé si es el tipo de vida que imaginaba para mí cuando estúpidamente se me ocurrió revender su droga. —bufé refregándome la cara. Había sido más que estúpida en no creer en todas las películas que había visto, era peor de lo que me imaginaba y para peor, no encontraba la puerta de salida.
—La cagada ya te la mandaste Cata, sólo te queda esperar a salir de ahí sin que él se dé cuenta, ¿te amenazó?
—Su hobby favorito, no le tengo miedo, él no da miedo, todo lo que conlleva ser él, sí.
—Mirale el lado positivo, es lindo.
— ¿Es lindo? ¿En serio eso es positivo? —pregunté incrédula, a veces dudaba de la capacidad madurativa de mi amiga, ella asintió energéticamente y por un segundo, deseé que Lyan la quisiera a ella, pero no se sintió bien pensarlo.
—Otra de las cosas que tiene positivas es que te tiene de su lado, y si vos querés concretar el propósito por el cual le hablaste desde el principio... la vas a tener fácil.
Entrecerré los ojos al mirarla y pensé que sus puntos eran estúpidos, sin embargo no me lo pareció del todo cuando escuché por completo su teoría, técnicamente yo le había hablado a Lyan para saber cómo era el precio de la droga que él vendía para poder revender y así sacarle algo de comisión. Siempre fue una estúpida idea, pero la creía capaz hasta que él se dio cuenta y me hizo pagarlo excesivamente con todas las cosas que me hizo hacer, acostarnos fue lo de menos, que me haya adentrado a su mundo fue intencional y era ahí cuando entendía lo que mi amiga decía, tenerlo del bando contrario nunca fue una opción pero comenzaba a entender que tampoco era conveniente sacármelo de encima, de lo contrario me la iba a hacer difícil ya que él tenía un propósito conmigo, no dijo cuál, pero había uno y quería descubrirlo, podía facilitarme muchas cosas, yo haría lo que quisiera y a cambio sólo pediría la seguridad de mi familia, era lo único que me preocupaba, perderme por y con él, era lo de menos.
ESTÁS LEYENDO
Un cambio al Mal.
Teen FictionCatalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a terminar. Ella no podía ser como el resto, tener una aspiración a una carrera o mínimamente a un trabajo que sustentara sus gastos más básicos...