Cada mensaje que recibí y entendí cuando descifré su ortografía, no lograron causar el efecto que de su parte estaba segura que esperaba, existía la posibilidad de que no lo esperara, creyera todo el cuento o entendiera el juego como más de una vez escuché, pero su valor fue admirable y para no humillarlo más de lo que hacía solo, no le contesté nada a Rodrigo. Quise creer un poco la novela y pensar en qué sería de él si sus amenazas textuales, terriblemente escritas, fueras descubiertas por quien no sería su salvación, pero la maldad en mí duró sólo un minuto y por su bien, decidí borrarlos para que nadie supiera de eso, ya que entendía que podía causarle problemas y no quería que fueran por mi causa.
Borré el chat definitivamente y apagué el teléfono para escuchar con atención fija a lo que decía mi primo, hablaba con Guada de una fiesta y de los invitados, no entendía la conexión que tenía con él y mucho menos con nosotras pero mi amiga al mirarme y quedarse expectante por algo, me hizo entender que le debía una respuesta.
—No estaba escuchando ¿qué?
— ¿Decís que da para ir a la fiesta que dice Ama?
—Sí dale por favor, va a estar re bueno, tocan la mayoría de mis DJ favoritos de Argentina, va a explotar mal.
—No me gustan las fiestas electrónicas, y no debería acompañarte a ningún lado porque vos no me acompañaste a mí nunca cuando te lo pedí. —le recordé y él rodó los ojos subiéndose a la cama conmigo, para intentar persuadirme mediante su cariño físico. —salí de acá.
—Bueno perdón pero no me cae bien ese tipo, por favor nos vamos a divertir. —pidió abrazándome y dándome muchos besos en la mejilla, intenté sacarlo asqueada pero me sostuvo con fuerza. —por fa, por fa, por fa, te prometo que te acompaño la próxima vez.
— ¿De quién está a cargo la fiesta? Porque si no es de acá no creo que pueda ir Cata.
— ¿Cómo que no? Es Morón... ah cierto. —bufó mi primo y me soltó. —qué cagada.
— ¿Por qué no podría ir?
—Porque sos consumidora de los de Zona norte, y si te ven se arma quilombo, es una fiesta de Zona Oeste. —me explicó Guada y yo fruncí el ceño sin comprender. —Por lo que entiendo se respeta mucho el territorio.
—Pero yo nunca consumí nada de lo que Lyan vendía y tampoco iría a consumir, Amadeo vos sí lo hiciste ¿por qué te dejarían entrar entonces?
—Fue hace mucho y no importa que no consumas, van a saber que sos de su zona porque va a estar su gente vigilando que nadie le compre a los de Oeste, y encima vos tarada te metiste con él, eso es peor.
— ¡Ay no entiendo nada, expliquen sin tanta palabra clave!
—Boluda te cogiste al hijo del narco más pesado de la zona, no podes ir a meterte a otra zona cuando saben quién sos, su gente te va a saber reconocer si te vieron con él, y cuando esas cosas pasan se arman quilombos.
— ¿Y quién mierda saber que me acosté con él? Nadie, aparte...
—Cata en esas fiestas sólo provee la droga el dueño de casa, los demás, o sea Zona norte, sur y este, van a controlar que nadie de los suyos consuma de otros, es una fiesta grande y por eso tanta restricción, no tiene nada que ver que te lo hayas cogido, sólo importa que ya te vieron con él y lo demás no es tan difícil imaginar. —hizo una mueca asqueado Amadeo y lo miré alterada, era una estúpida teoría la que tenían pero comenzaba a comprenderla, después de todo Lyan tenía razón cuando decía que nada me podía pasar si sabían que estaba con él, por lo que las amenazas de Rodrigo eran como el agua que se resbalaba entre los dedos. —no entiendo por qué nunca me escuchas, no te tendrías que haber metido nunca con un pibe como ese, ahora te perdes una re fiesta y eso es lo mínimo.
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Un cambio al Mal.
Teen FictionCatalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a terminar. Ella no podía ser como el resto, tener una aspiración a una carrera o mínimamente a un trabajo que sustentara sus gastos más básicos...