El trabajo era tema de conversación siempre en la cena, era único momento donde mi familia y yo compartíamos el tiempo y hablar de todo lo que nos pasaba en el día parecía ser una rutina. Para mí lo era que después de quejarse de las cuentas y demás, se empezara a hablar de lo importa que era que yo trabajara, era real y cada vez las cosas estaban peor, mi aporte a la familia no alcanzaba con hacer los quehaceres, pero nadie más que yo quería conseguir un trabajo para irme mínimo doce horas por día.
Entré a bañarme después de la cena y como mamá se ocupó de los platos y demás, me senté en la computadora para ver si las páginas en las que estaba metida tenían alguna oportunidad laboral, pero no había ninguna oferta. Mi teléfono sonó y como supe que era una llamada, atendí sin ver su emisor.
— ¿Hola?
—Salí un rato que quiero hablarte de algo.
— ¿Es en serio? —bufé mirando la pantalla y el nombre de Lyan estaba en ella, debí haber mirado para decidir si quería o no atenderlo, obviamente no quería soportarlo más pero no iba a irse ni aunque le dijera a mi papá que saliera a echarlo.
—Dale es importante.
Me levanté de la computadora y le corté para buscar una campera y salir al comedor donde mamá terminaba de ordenar la mesa.
—Ma voy a salir un ratito, Maitena se compró un auto y me lo quiere mostrar, vamos a ir a dar una vuelta.
— ¡Ay en serio! Qué emoción, después decime el número de la patente así jugamos a la quinela.
—Va a verse con su novio. —acotó mi hermano y lo empujé en mi paso a la salida.
—Si tuviera al menos... —le dije a mi mamá y ella sonrió tontamente, salí y cerré la puerta con llave para caminar a la esquina donde Lyan estaba siempre estacionado, me subí a su lado y lo apuré a arrancar. —vamos a otro lugar que mi mamá cree que me vinieron a mostrar un auto nuevo y si sale va a sospechar.
—Qué mentirosa sos.
— ¿Qué le iba a decir? Que un chico me está esperando para... ¿para qué? —pregunté con el ceño fruncido y él arrancó el auto para llevarlo más lejos. A dos cuadras de una plaza donde todavía los papás esperan que sus hijos decidieran irse a cenar.
—Nos íbamos a ver por algo y al final lo pasaste por alto con tu juicio por Diego.
—Merecía más importancia y pensándolo bien no quiero meterme más en eso, debo cuidar las extremidades de mis conocidos. —le dije y él rodó los ojos poniéndose de costado. — ¿qué querés?
—Quiero que hagas eso que me propusiste hoy, lo estuve pensando y no es mala idea, me refiero a que... es cierto que muchas personas no quieren meterse en problemas por no tener deuda con nosotros, me parece bien pero no estoy en posición de perder clientes y tu propuesta es interesante, vos podrías hacerlo y extender la forma de pago, yo te proveería y vos proveerías a quien quisiera.
—Eso es... peligroso. —dije también poniéndome de costado para mirarlo, la seriedad con la que había iniciado no la esperaba, no esperaba que accediera. — lo puedo hacer con mis conocidos, pero no podría extenderme mucho más que eso.
—Bueno pero podrías, es lo importante. —dijo y me quedé en silencio pensando en esas posibilidades. — ¿qué... te daría miedo?
—No, no me da miedo.
— ¿Y entonces?
— ¿No tenés demasiada gente trabajando para vos? Podrían hacerlo mejor que yo.
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Un cambio al Mal.
Teen FictionCatalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a terminar. Ella no podía ser como el resto, tener una aspiración a una carrera o mínimamente a un trabajo que sustentara sus gastos más básicos...