18.

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El trabajo era tema de conversación siempre en la cena, era único momento donde mi familia y yo compartíamos el tiempo y hablar de todo lo que nos pasaba en el día parecía ser una rutina. Para mí lo era que después de quejarse de las cuentas y demás, se empezara a hablar de lo importa que era que yo trabajara, era real y cada vez las cosas estaban peor, mi aporte a la familia no alcanzaba con hacer los quehaceres, pero nadie más que yo quería conseguir un trabajo para irme mínimo doce horas por día.

Entré a bañarme después de la cena y como mamá se ocupó de los platos y demás, me senté en la computadora para ver si las páginas en las que estaba metida tenían alguna oportunidad laboral, pero no había ninguna oferta. Mi teléfono sonó y como supe que era una llamada, atendí sin ver su emisor.

— ¿Hola?

—Salí un rato que quiero hablarte de algo.

— ¿Es en serio? —bufé mirando la pantalla y el nombre de Lyan estaba en ella, debí haber mirado para decidir si quería o no atenderlo, obviamente no quería soportarlo más pero no iba a irse ni aunque le dijera a mi papá que saliera a echarlo.

—Dale es importante.

Me levanté de la computadora y le corté para buscar una campera y salir al comedor donde mamá terminaba de ordenar la mesa.

—Ma voy a salir un ratito, Maitena se compró un auto y me lo quiere mostrar, vamos a ir a dar una vuelta.

— ¡Ay en serio! Qué emoción, después decime el número de la patente así jugamos a la quinela.

—Va a verse con su novio. —acotó mi hermano y lo empujé en mi paso a la salida.

—Si tuviera al menos... —le dije a mi mamá y ella sonrió tontamente, salí y cerré la puerta con llave para caminar a la esquina donde Lyan estaba siempre estacionado, me subí a su lado y lo apuré a arrancar. —vamos a otro lugar que mi mamá cree que me vinieron a mostrar un auto nuevo y si sale va a sospechar.

—Qué mentirosa sos.

— ¿Qué le iba a decir? Que un chico me está esperando para... ¿para qué? —pregunté con el ceño fruncido y él arrancó el auto para llevarlo más lejos. A dos cuadras de una plaza donde todavía los papás esperan que sus hijos decidieran irse a cenar.

—Nos íbamos a ver por algo y al final lo pasaste por alto con tu juicio por Diego.

—Merecía más importancia y pensándolo bien no quiero meterme más en eso, debo cuidar las extremidades de mis conocidos. —le dije y él rodó los ojos poniéndose de costado. — ¿qué querés?

—Quiero que hagas eso que me propusiste hoy, lo estuve pensando y no es mala idea, me refiero a que... es cierto que muchas personas no quieren meterse en problemas por no tener deuda con nosotros, me parece bien pero no estoy en posición de perder clientes y tu propuesta es interesante, vos podrías hacerlo y extender la forma de pago, yo te proveería y vos proveerías a quien quisiera.

—Eso es... peligroso. —dije también poniéndome de costado para mirarlo, la seriedad con la que había iniciado no la esperaba, no esperaba que accediera. — lo puedo hacer con mis conocidos, pero no podría extenderme mucho más que eso.

—Bueno pero podrías, es lo importante. —dijo y me quedé en silencio pensando en esas posibilidades. — ¿qué... te daría miedo?

—No, no me da miedo.

— ¿Y entonces?

— ¿No tenés demasiada gente trabajando para vos? Podrían hacerlo mejor que yo.

Un cambio al Mal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora