Mi vida volvió a la normalidad cuando los siguientes dos días que mi abuela se tenía que quedar en observación, la cuidaron entre mi tía y mi mamá para que yo pudiera volver a mi casa, dijeron que podía ir de visita pero ni pagándome la quería visitar. Lo bueno era que volví a mi casa y me relajé cuando logré pensar en que había aclarado las cosas con Lyan. Yo sabía que una persona como él no servía para una relación, yo no quería una y por eso nos podíamos llevar bien, tener sexo no era malo para nadie, nos beneficiábamos mutuamente, yo conocía un poco más su mundo y punto, los dos felices, principalmente porque no iba a hacer más que conocer por encima de qué se trataba su vida, me había quedado claro cuando me dijo que no quería involucrarme y lo entendí de esa forma, no ganaba nada indagando donde no podía meterme, el negocio era sucio y si bien lo sabía, necesitaba ese golpe de realidad que no conocía, y al hacerlo me di cuenta que no era lo que quería en realidad, por lo que era mejor alejarme.
No supe nada de él por los siguientes días y tampoco me afectó, lo olvidé casi por completo hasta el viernes a la tarde cuando llegué al estudio y los chicos estaban tatuando cliente tras cliente y Rodrigo, quien me hacía recordarlo inevitablemente, estaba en su gabinete. Al verme se sorprendió pero cuando negué sin darle mucho detalle, su aspecto cambió y me alivié que no parara casi nada por el trabajo a montón que tenía.
—Necesito que empieces esto, esto y esto, después seguí con la carpeta de ahí y acá te dejo la llave de la caja para que cobres cuando termines, gracias Cata me salvas la vida linda. —me besó la sien Catriel y se apresuró a volver a su gabinete para seguir tatuando.
Tenía tres personas esperando para ser tatuadas y yo me puse a dibujar sus diseños para que cualquier de los chicos que se desocupara primero, ya tuviera del siguiente cliente, el calco para probar en la piel de la persona. Sólo uno quería diseñar conmigo pero era el último, los dos primeros tenían un dibujo exacto de lo que querían y con los auriculares puestos, me puse a dibujar mientras tomaba mates. Mi tarde se basó en dibujar, calcar, cobrar a los clientes y ayudar en todo lo que necesitaban los chicos, Catriel no me pagaba más que el paquete de cigarrillo pero si bien no tatuaba, diseñaba lo que él no daba abasto a hacer, por lo que considerar un sueldo así mínimo que fuera, me podía servir para olvidarme del negocio tonto que intenté probar.
Llegado el último cliente y una sesión para empezar, salí al patio de al lado para encender un cigarrillo y liberar la tensión de todo el día, no sabía cómo enfrentarme a Rodrigo cuando llegara el momento de descanso, y antes de pensarlo quise morirme cuando vi salir al cliente que había estado tatuando él, me aproximé a dejar el cigarrillo y entrar pero salió bloqueándome la puerta y empujándome un poco hasta el patio de nuevo.
—Podrías haberme dicho que no pudiste ¿no?
—Tuve la esperanza hasta último momento, perdón.
— ¿Qué te dijo ese tarado?
—Sabía que no era para mí, pero desde que lo conocí lo supo, y vino acá así que habrá asumido que era para vos.
—Qué hijo de puta. —bufó y quise preguntar por qué no pagaba para que Lyan le vendiera más, pero no me animé cuando lo vi quejarse y acercarse a mí abruptamente. — Tenés que conseguirme Cata, yo sé que vos le vendiste a Karen, tenés que buscar la forma de sacarle.
—Te dije que no pude, no me quiso dar.
— ¡Bueno intentalo, me lo debes Catalina! —me empujó contra la pared y noté el enojo hasta en sus expresiones, me asustó porque no tenía tanta confianza con él como para que me tratara así, sin embargo no me daba la voz para quejarme. — ¡No te hubieses metido si no podías, ahora me lo traes te guste o no!
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Un cambio al Mal.
Teen FictionCatalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a terminar. Ella no podía ser como el resto, tener una aspiración a una carrera o mínimamente a un trabajo que sustentara sus gastos más básicos...