24.

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Me costó abrir los ojos, pero luché contra esa pesadez y pude identificar con mucha pereza el lugar en donde estaba. La habitación del hotel, de la mamá del chico que tenía a mi lado y dormía pegado a mí. Estábamos vestidos y eso me alivió, recordé todo lo que pasó después del abrazo más extraño que había recibido en mi vida, porque me reconfortó y al mismo tiempo me aumentó más el miedo que tenía, el que nunca dejé de tener. Fue extraño pero la mitad de mí se sintió aliviada de lo que decía a pesar de su nivel de peligro, y la otra mitad, dudaba pero un poco más segura.

Me di la vuelta y sentí mi celular en el bolsillo de mi jean, nos habíamos acostado de la nada y nos quedamos dormidos sin sacarnos hasta las zapatillas. Me preocupé que fuera tarde y mamá se levantara sin ver algún indicio de mí, por lo que saqué el celular con cuidado de no moverme demasiado para incomodarlo y vi en la ceguera que me emanó, que eran las cuatro de la mañana. El cerebro parecía latirme adentro y me dolía bastante para la luz que necesitaba soportar del celular, así que le escribí rápido diciéndole que al final me había quedado a dormir con Guada, ya que antes de salir a hacer el sucio negocio de Lyan, le dije que me juntaba con amigas con posibilidades de no volver a dormir a casa.

Lo miré después de apagar el celular, podía hacerlo porque la luz del baño seguía encendida y daba una cierta claridad tenue para identificarnos al menos. Lyan dormía pero su ceño estaba fruncido, no parecía relajado y las ojeras que ya había notado en el bar, las tenías más marcadas. Con cautela levanté la mano y las toqué, con el dedo remarqué las bolsas debajo de sus ojos e hice un camino hasta llegar a su nariz y de ahí a su entrecejo, donde le peiné las cejas y traté de que se le relajara la expresión. Resultado contrario se movió un poco y se enserió más, en dormido levantó un poco la cabeza y pasó el brazo que tenía flexionado debajo de la almohada, a estirarlo debajo de la misma. Suspiré esperando a que no se moviera más para poder seguir tocándolo, y lo observé. No había alternativa, era lindo, todo de su físico era lindo, atractivo y muy sensual, el grosor de sus labios levemente fruncidos, no le quedaba bien a todo el mundo en las fotos, pero a Lyan Olivera, aparte de tierno, le quedaba hermoso.

Fue un reflejo involuntario pero lo causé, me mordí el labio al verlo de esa forma tan apacible, comparándolo en mi mente cuando esa misma boca me besaba, me acariciaba y emanaba esos jadeos en cada embestida que hacía en mi cuerpo. El escalofrío fue inevitable, mi vientre se contrajo y ese hormigueo empezó a aparecer cuando sin poder dejar de mirarlo, lo recordé en despierto y activo. Si realmente no había estado teniendo sexo más que conmigo, no debería sentirme alabada, pero algo sentía por eso y no sabía qué, la sensación era agradable, posiblemente era una satisfacción con aires de superficialidad. No había tenido sexo con otra persona, sólo conmigo.

No pude ni quise controlarlo, pero acerqué mis dedos y le toqué los labios, aumentando una ansiedad que me llevó a acercarme en la cama y despertar otras partes del cuerpo que necesitaba para no caerme encima de él cuando pusiera mis labios cerca de los suyos. Contuve el aire y le di un beso que obviamente no respondió, pero me encendió a mí por dentro y volviendo a mi lugar, lo pensé con claridad. Eran las cuatro de la mañana, se notaba cansado, pero antes de que llegara iba a tener sexo, estaría teniéndolo si no fuese por mí, ¿entonces por qué no? Volví a acercarme y acaricié su cara haciendo un camino con mi dedo por toda su perfección facial, eso alivió su expresión y me sentí mucho más confiada, con la otra mano, bajé hasta su estomago y por debajo de la remera, llevé mis caricias a su espalda, suavemente.

Besé su brazo que cruzaba su cuerpo, lo acaricié también y me levanté un poco para comenzar con las caricias de mis labios. Empecé por su cien y bajé con pequeños y pausados besos a su mejilla, donde empezó a sentirme y se removió un poco para ponerse de frente, era lo que necesitaba para tenerlo más directo y con mucha cautela y poco estudio previo a las consecuencias, me subí encima de su cuerpo sin aplastarlo, me sostuve con las rodillas y las palmas a cada lado de su cuerpo para impulsarme y seguir besándolo. Sonreí cuando noté las comisuras que besaba con delicadeza, moverse un poco, me corrí el pelo para que eso no lo molestara, y seguí besándolo hasta llegar a la boca, donde esperó a que estuviesen nuestros labios perfectamente adaptables entre sí, y me respondió un pico. La adrenalina que sentía me daba ganas de obligarlo a despertarse y a que se desnudara de una vez, pero me prometí seguir con la lentitud y él contestó a mi beso apenas abriendo nuestras bocas.

Un cambio al Mal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora