47.

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Creía que iba a ser yo la más afectada por la charla con mis papás, puede que lo haya estado un poco pero también hice demasiada fuerza para retener desde nudos en la garganta hasta lágrimas. No quise retroceder los pasos que habíamos dado ya liberándonos de ellos y por eso me mantuve fuera del debate que podríamos haber tenido después de salir de mi casa. Para mí sorpresa, sentí tenso e incluso muy afectado a Lyan, no habló, no murmuró ni me miró el poco tiempo que le permitió el camino, puso música y dejó que eso nos interrumpiera hasta los pensamientos.

Llegamos a su casa y lo primero que evitamos fue el rejunte de toda la gente, a Claudio le gustaba tener muchas personas rodeándolo constantemente y era increíble que llenara la quinta de gente que no era sólo de la banda, pero no se atrevían a molestar tanto estando Lyan como jefe. Hacían un asado entre la música y risas, lo cual era extraño porque una integrante de los Olivera había muerto hacía menos de dos días, y sí, yo debía volver natural a la muerte para el mundo en el que estaba viviendo, pero era demasiado exagerado celebrar cuando personas como la abuela, seguían de luto.

— ¿Querés que vayamos a algún lugar a comer, al cine o algo así?

—Bueno, dale. —le sonreí en su paso por mi lado y asintió dejándome las bolsas de mi ropa nueva, la que todavía no había usado desde la compra con la gente de la empresa. También un bolso con cosas personales que decidí traer de mi casa para no tener que volver pronto. Todo había quedado intacto porque nada de lo que había allá, lo necesitaba demasiado.

Entró a bañarse y yo me quedé acomodando la ropa, en su cuarto tenía un ropero con todas sus cosas, no habíamos hablado el compartirlo pero inmediatamente me puse a ordenar para conseguir un espacio y poner mis cosas también. La ropa de Lyan me encantaba, con toda la plata que tenía yo creía que podía tener hasta un asesor de imagen, pero la realidad era que solamente se trataba de buen gusto, el chico se vestía bien, canchero y siempre pareciendo que acababa de salir del baño. Tocaron la puerta y dejé de lado las remeras para ver quién se había animado a molestar a Lyan, en cuanto llegamos lo llamaron e incitaron para que se quedara a pasar el rato con todos los hombres de la banda, pero como parte de su apagón como venía siendo en el auto, dijo que no y pidió que no lo molestaran. Miré por el agujerito y era Boris, por lo que abrí para darle paso.

—Hola.

—Hola Cata, ¿está Lyan?

—Se está bañando, ¿querés pasar a esperarlo? —le pregunté abriéndome paso para que entrara, asintió y entró al medio de la sala, tenía una bolsa bastante grande de farmacia que abrió poniéndola en la mesa principal. — ¿Y eso?

—Algo que me pidió.

— ¿Te pidió un test de embarazo?

—No, esto no. —retuvo la bolsa antes de que pudiera verlo con claridad, fruncí el ceño pero saqué mis manos cuando lo noté un poco nervioso, debajo de dicha caja sacó unas más chiquitas que enseguida supe que eran preservativos. — Esto es de ustedes.

—Qué confianza se tiene. —me burlé al inspeccionar las tres cajas que me pasó, Boris sonrió un poco y miró a Lyan cuando salió del baño.

—Ah, llegaste.

—Sí, hola. —le dijo y se chocaron las manos, se tomó la molestia de solamente ponerse un bóxer y secarse frente a nosotros como si eso no fuera incómodo para el pobre Boris, porque para mí resultaba ser inquietante. — ¿Es este?

—Sí.

Lyan le mostró el brazo a su compañero y él admiró su nuevo tatuaje, no sabía que Boris sabía del nuevo símbolo y al mirarlo me lo confirmó con su expresión. Parte de la gente que iba a seguir en la banda todavía no lo sabía, no se les había dado a elegir ya que la muerte de Claudio Olivera hasta el momento no había sucedido, pero yo sabía que una vez que eso pasara, solamente los fieles iban a seguir y aquellos que querían dejar su honor junto al del gran jefe, se les iba a permitir, algo de eso habíamos estipulado con Lyan, lo que yo no sabía es que Boris sí lo hacía.

Un cambio al Mal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora