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Empezamos la semana sabiendo cómo se iban a desarrollar los días, a pesar de querer mantener la calma y relajarnos para seguir al pie de la letra nuestro plan, era imposible que el estomago no se me hundiera cada vez que pensaba en la pronta muerte del mayor del clan Olivera. Por otro lado creía que no iba a ser muy difícil el cambio para nadie, comprobé que el hombre no estaba interesado de la misma forma en el negocio que Lyan, los dos días que pasamos en la quinta compartiendo el espacio, lo único que veía desfilar por la casa principal eran mujeres, salía a colgar la ropa y una fiesta parecía desplegarse a las tres de la tarde, fumaba un cigarrillo y seguían pasando chicas que no dudaba que tuvieran mi edad. La constante diversión de Claudio parecía estar en quedarse encerrado en su pieza, dejando pasar a una mujer diferente cada tres horas.

El martes a la mañana después de salir del estudio donde me hice el tatuaje, porque obviamente no iba a poder hacérmelo a mí misma en la muñeca con la mano que tatuaba, Lyan me llevó a conocer la central, se llamaba así porque todo se manejaba desde esa oficina y principalmente las cocinas estaban funcionando en los galpones traseros, donde se preparaba toda la mercadería que debía salir a la venta. Lo que más me asombró del lugar fue en su dimensión, lo impecable que estaba, las mesas extensas en el medio tenían expuestas lo recientemente hecho y a sus laterales, más de veinte personas trabajaban en diferentes áreas de preparado, y para que algunas drogas llevaran desde vidrio molido hasta veneno de ratas, lo limpio que mantenían todo me causaba gracia, como si fuese una empresa de alimentos que se manejaban hasta con cintas de empaque.

La oficina principal era casi como recordaba la de Fernando, muy iluminada, limpia y con detalles decorativos que eran disimiles al lugar en que estaba situada, una villa propiamente de zona baja. Allí también trabajaba un contador, un abogado, se llevaban a cabo reuniones de ventas y Lyan, manejaba la administración de su mercadería para proveer a diferentes lugares. Lo que se comentaba es que Claudio ni había aparecido por la zona desde que volvió a Buenos aires, y se esperaba que continuara así porque de lo contrario podía romper con la armonía de trabajo, no era un buen jefe según muchos.

Lyan arregló algunas cosas pendientes y aprovechamos que no había nadie en la quinta para disfrutar de la piscina, tuve la idea en la punta de la lengua cuando me lo propuso y pensé en invitar a Guada y a Amadeo, pero era más fuerte que yo recordar la última conversación con mi primo y por eso no quería que la que tuviera con mi amiga fuera igual, si bien ella había dejado de insistir un poco con juntaros, sabía que el desenlace iba a ser el mismo que los que venía causando en mis allegados, por lo que preferí dejarlo de lado.

—Todavía no me dijiste el plan que tenés para tu abuela y tu tío, porque lo pensaste... ¿no? —pregunté apoyando mi cabeza sobre mis manos y apoyada en mis codos cuando él estuvo cerca dentro del agua. Preferí tomar sol antes de meterme ya que el verano estaba a pocos días de comenzar y quería iniciar con un bronceado para la verdadera época, mientras tanto Lyan nadaba aprovechando la piscina que no siempre la teníamos para nosotros.

—Por más bronca que tenga con Corcho no le voy a hacer nada, y mi abuela aunque sea una metida insoportable es la única que lo puede cuidar, así que no hay mucho que pensar.

—Bueno entonces podemos empezar a buscar un lugar donde vivir nosotros nada más, no quiero compartir el espacio con ellos y tampoco quiero vivir en un lugar que sea para la juntadita de la banda todas las noches.

—De repente te pusiste pretenciosa, ¿qué pasó?

—Quiero nuestra intimidad, es lo justo ¿por qué tengo que bancarme vivir con más personas si tengo la posibilidad de hacerlo solamente con vos?

Un cambio al Mal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora