Lo mínimo que mi familia esperaba de mí ya que no tenía trabajo, era que me responsabilizara con la casa e hiciera todo lo que mis papás por falta de tiempo no podían. Era la encargada de llevar a mi hermano al colegio, a sus actividades extracurriculares, hacer los quehaceres, cocinar de vez en cuando y mantener el orden, después de todo eso podía hacer lo que quería y como mi día terminaba después de llevar a mi hermano a fútbol, aproveché el tiempo que estaba en el colegio para retrasar mis obligaciones y visitar a mi amiga, no me aguantaba retener lo que había pasado con Lyan, pero fue una obligación cuando mi primo nos siguió el rastro.
—A vos nunca te gustó ir a bailar Cata, ¿por qué de repente querés ir? —me preguntó mi primo y quise tirarle la zapatilla por la cabeza, pero a su lado estaba Guada pintándose las uñas y no me perdonaría un error de tiro.
—Quiero ir y punto, ¿vas a ir o no?
—Por lo menos haceme pata a mí boludo, no me quiero quedar sola.
— ¿Y por qué...?—cerré los ojos y negué respirando hondo, de alguna manera tenía que canalizar mis energías hacia Amadeo. — ¿Dónde te vas vos?
—Con el novio. —dijo ella y mis ganas de matarla a Guadalupe aumentaron a cien por cien, la miré mal pero hizo una mueca sin saber qué decir.
— ¿Por qué irías a ver a tu novio a un boliche a menos que no sea el narcotraficante de Lyan Olivera y sus secuaces que solamente hacen presencia en el boliche para llenarse los bolsillos?
— ¿No puede ser su novio porque es narcotraficante? Qué discriminador.
—No vayas Amadeo si no querés, no te voy a estar chupando las medias, a ninguno de los dos, no vayan si no quieren.
—Yo sí quiero pero sola y las chicas no quieren ir a ese boliche.
—Bueno Guada no vayas. —le dije y me levanté de su cama para agarrar mi mochila. —nos vemos.
— ¿No te vas a enojar no? Porque te estoy diciendo que yo sí quiero ir, pero no quiero estar sola boluda, vos te vas y ni pintas en toda la noche.
—Por eso, cada una hace lo suyo. —me encogí de hombros y salí de su pieza cerrando la puerta con poca fuerza. No estaba ofendida y mucho menos con Guadalupe, siempre me apoyaba en todo y hasta seguía haciéndolo cuando yo le soltaba la mano, pero también era cierto que no servía que yo fuese con ella para irme, o al menos para ver a Lyan, lo cual no sabía si iba a ser posible.
Lo único que guardé a la hora de irme, fue el celular porque la plata la puse en la funda del celular y las llaves las tenía en el bolsillo delantero, no entraba otra cosa y me fui avisándole a mamá mi vuelta a casa, no sabía a qué hora iba a ser porque lo único que quería era saber si podía verlo a Lyan, de ahí podía planificar si me quedaba en el boliche, si lograba él llevarme al telo o cualquier cosa que hiciera, el objetivo era verlo.
Entrar al boliche probablemente fue un error cuando no tenía nada pactado ni con mi amiga y mucho menos con Lyan, yo creía que podía encontrármelo pero no sabía si estaba haciendo presencia o traficando incluso adentro, ir a la deriva no era divertido cuando no lograba divertirme con gente toqueteándome todos transpirados y sin intención de bailar, sólo coger. Me arrepentí un poco de estar sin Guada, podría haber cumplido como amiga y estar con ella para divertirnos, pero ni siquiera eso fui capaz de hacerlo sola, ya que no pude resistir ni veinte minutos que necesité llegar a la salida, pero antes de intentarlo alguien me agarró de la cintura y al querer soltarme rápidamente, en el intento me di cuenta que era Lyan.
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Un cambio al Mal.
Teen FictionCatalina sabía que después de terminar el colegio, la etapa adolescente donde la vida era fácil, se iba a terminar. Ella no podía ser como el resto, tener una aspiración a una carrera o mínimamente a un trabajo que sustentara sus gastos más básicos...