42.

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No contarles a Amadeo y Guada la instancia de vida en la que estaba parada me hacía sentir terriblemente culpable, siempre fueron de las personas que más confiaba y con quienes más segura me sentía a la hora de tomar una decisión o afrontar cualquier cosa. Eran sumamente importantes para mí y por ese respeto que les tenía, debía cuidarlos y no contarles nada, de lo contrario debía empezar por la primera clave, que era que Lyan Olivera, nunca dejó de ser más para mí.

Estuve el tiempo que necesitaba para cumplir el horario laboral en la casa de Guada y volví a la mía para las cinco de la tarde, fingiendo cansancio del trabajo frente a mis papás que después de consultar sobre mi día, me dejaron encerrarme en mi pieza para descansar. Lo que quería hacer en realidad y mientras escuchaba música, estudiar los identikits que Lyan me había dado de los dirigentes de las diferentes zonas, su entrada económica mensualmente, el tipo de droga que más vendían, símbolos, personas famosas a las que le proveían y todo tipo de información que debía conocer de mi competencia cuando fuera una dirigente más al lado de él.

La música se cortó dándome aviso que estaba entrando una llamada y miré dejando los papeles para saber quién era, me sorprendí al ver el nombre de Catriel ya que había dejado de frecuentarme con su entorno por motivos que solamente a él le asustaban, perdí la compra de su parte y de Karen porque no querían traicionar a Lyan, que se alejaran de los problemas me parecía bien aunque no comprendía por qué debieron alejarme a mí, lo aceptaba aun así. Contesté sin sacarme los auriculares y hablé con el manoslibres.

—Hola.

—Hola Cata, tanto tiempo que no te escuchaba.

—Sí la verdad, bastante tiempo... parece que se asustaron por hacer las cosas de espaldas a Lyan ¿no?

—Entenderás que no queremos crear una mala relación con los Olivera, respeto mucho a Lyan y los códigos ante todo.

—Pensé que no los tenías muy en claro cuando me compraste, dos veces.

—Lo sé pero pude renovarlos y es por eso que no te compré más, aparte sé que es la misma droga... te me volviste parte de ellos Cata, ¿qué onda? —preguntó con gracia pero a mí había dejado de simpatizarme Catriel, ya no era lo mismo, no pensaba rebajarme con tal de que me dejara tatuar. — Ni yo ni Karen quisimos romper relación con vos, en serio.

—Está todo bien, no me volví de ellos, empecé a trabajar y en mi tiempo libre practico sobre sintético.

— ¿Cómo?

—Tengo un bebé nuevo, anda a mil así que practico con lo mío.

—Ah, qué bueno Cata, yo pensaba decirte si querías volver a hacer algunos diseños porque estamos cortos de tiempo y desde que Rodrigo renunció... Kar y yo no damos abasto.

—Qué mal, no puedo Catriel, me encantaría pero no.

—Bueno es lo que siempre quisiste ¿no?

—Sí pero ahora no puedo, seguro más adelante.

— ¿Y todavía seguís queriendo practicar? Tenemos una oportunidad en el penal en la semana.

—Si puedo hacerme un tiempo, te confirmo si voy, lo haría para probar a mi bebé.

—Te mando los datos por mensaje, qué lástima que no puedas venirte unos días al estudio, realmente nos haces falta.

—Sí, qué lástima.

Para mí, poder tatuar y vivir de eso en el futuro era mi único plan de vida aunque a mi mamá no le gustase mucho la idea, siempre me gustó dibujar y desde que había conocido a Catriel y su estudio, las posibilidades de poder hacerlo profesionalmente estuvieron cada vez más cercanas, sin embargo, al darme cuenta que no era una persona en la que podía contar para cumplir mi sueño, consideré en descartarla con facilidad. Yo supe desde el primer momento que Catriel no era bueno para mí, me usaba y se aprovechaba de mi afición, por lo que no me interesaba trabajar con él ni nada que pudiera facilitarme, tatuar era mi mayor ambición pero no podía permitirla ser mi único objetivo, no desde que debía construir en mí esa mujer que Lyan necesitaba a su lado, por lo que tenía que dejar un poco atrás esa meta de vida.

Un cambio al Mal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora