Capítulo 51: Que si... que no.

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Me alejé de él y ambos nos giramos a verlo. Nicolás sonreía pícaramente desde lo alto de las escaleras. Me sentí repentinamente abochornada, nerviosa, fuera de lugar.

¿Qué es lo que debe estar pensando en estos momentos?

—Veo que ya se están llevando mejor —dijo y comenzó a bajar.

—Bueno… esto es… no es… pero si y yo… y ella… bien no, no — Joel parecía más nervioso de lo que yo estaba. No pude evitar reír por lo bajo. Ambos me miraron.

—Tranquilo, hijo —dijo él y cuando bajó del todo se acercó y palmeó su hombro —No tienen que darme ninguna explicación. Pero hay lugares más privados para demostrarse aprecio, ¿no les parece?

—No estábamos haciendo nada —le dije. Nicolas me miró.

—Por favor Clarita, no me trates de tonto —alzó ambas cejas.

Sentí aquella nostalgia que siempre siento cuando él me llama así. Sonreí levemente y asentí con la cabeza. Miró a Joel.

—¿Qué? —le preguntó este con un tono de molestia. Nicolás sonrió.

—Tonto… yo te dije que no ibas a poder.

Joel lo miró realmente mal… como advirtiéndole que no siguiera hablando porque sino iba a arrepentirse de ello.

—Yo… debo volver con las chicas —dije. Nicolas se acercó a mí.

—Dentro de una semana son las elecciones, ¿Vas a estar ahí, verdad? —me preguntó.

—Claro que si.

—Y yo también, padre —dijo él como todo un celoso.

No lo entiendo cuando se comporta como si tuviera 5 años… peleando por la atención de su padre.

—Obvio que si hijo, no era necesario que me lo recordaras. No puedo ir sin mi familia… eres esencial para mí en ese lugar —dijo Nicolás —Pero bien… ahora los dejo porque tengo que irme a hacer unas cositas —caminó hacia la puerta mientras se terminaba de arreglar el saco. Miró a Joel y le hizo un gesto con las cejas. Me miró a mí —Los veo luego.

La puerta se cerró con un toque firme cuando él se marchó. El silencio reino en aquella sala. No me animaba a girar para mirar a Joel. Respiré profundamente y me armé de valor. Giré, pero sin mirarlo comencé a caminar hacia las escaleras.

—TN___ —me llamó. Me detuve en el cuarto escalón, pero no me giré a verlo —Esta noche, a las 8 en punto, paso a buscarte.

Rápidamente me giré a verlo.

—¿Qué? —pregunté. Sonrió levemente. Comenzó a caminar hacia la cocina.

—Eso, lo que escuchaste. Estate lista a las 8 porque paso por ti.

—Eso sería una…

—Una cita —terminó la oración. Me guiñó un ojo, el muy cretino, y entró a la cocina.

—¿Quién te dijo que yo acepto salir contigo? —pregunté.

Volvió a salir caminando hacia atrás y me miró.

—Yo voy a estar ahí a las 8… No me importa si aceptas o no.

—Bien, a mí no me importa si vas a estar ahí o no. Yo no voy a ir.

Caminó hacia mí y subió hasta el escalón anterior al que estaba yo.

—Bien, ya entiendo que sucede aquí. Quieres que lo haga al estilo tradicional —puso los ojos en blanco y suspiró —Gitanita, ¿te gustaría salir conmigo está noche?

Nothing in my way.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora