Capítulo 77: Lavanderia.

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Lo miré realmente sorprendida. ¿Cómo podía ser posible que ambos tuviéramos la misma cosa para el otro?

—¿Es una broma? —le pregunté.

—No —dijo él sin dejar de fruncir el ceño —¿Dónde la conseguiste?

—Esta mañana cuando fuimos a comprar y tú fuiste a ver una cosa, me acerqué al puestito de la mujer muda.

—¿La misma con la que yo estaba hablando?

—Si —asentí —Vi esa llave y no sé porque pensé en ti…

—Yo también pensé en ti cuando vi esta llave —me dijo. Le sonreí tiernamente.

—Le pregunté el precio —le seguí contando —Y me la regaló.

—A mí también me la regalo —dijo sin poder creerlo.

—Esto es raro —le aseguré.

—Si —me dio la razón —Pero muy romántico…

Volví a sonreír. Recordé las palabras que la mujer muda me había dicho. Si, sé lenguaje de mudos.
‘Las llaves abren puertas. Pueden abrir caminos o quizás abra recuerdos. La persona que tenga esta llave siempre va a tener tus recuerdos’

—Te doy la llave de mis recuerdos y de mi corazón, Joel —le dije.

Me acerqué a él y le coloqué el colgante.

—Y yo te doy mi llave. Para que en cualquier lugar en el que estés y por esas casualidades de la vida no me veas y quieras verme… cierres los ojos, abras una puerta y yo aparezca en tus recuerdos.

Se acercó a mí y me puso la cadenita. Mis ojos se llenaron de lágrimas y pronto una rodó por mi mejilla. Él la secó con su pulgar.

—Siempre voy a amarte —le dije entre lágrimas.

—También yo… siempre.

Lo besé mientras más lágrimas caían de mis ojos. Eran lágrimas de felicidad, de amor…

Me abracé a él, apoyando mi mejilla contra el lugar en el que latía su, aun acelerado, corazón. Habíamos hecho el amor otra vez. Pero esta vez había algo más en todo esto. Algo que no puedo explicar con palabras.
No pude evitar sonreír. He perdido la cuenta de las veces que ya hemos estado juntos.

***—Dicen que hacer el amor en la mañana alarga la vida —me había dicho Joel mientras comenzaba a besar mi cuello.

—Ah, ¿si? —le pregunté divertida.

—Y tú y yo vamos a vivir muchos, muchos años —aseguró.

—¿Por qué? —quise saber.

La luz del sol se colaba por las cortinas. La brisa del mar chocaba contra la ventana… haciendo un poco de música en la habitación.

—Porque vamos a hacer el amor por muchas mañanas…***

—¿De qué te ríes? —me preguntó él sacándome de mis pensamientos.

—De nada —le dije y cerré los ojos sin dejar de sonreír.

—Mentira —me dijo —Yo sé que te estas riendo de algo… cuéntame.

—Me río de nosotros —le conté —De cuantos años vamos a vivir por hacer el amor en la mañana.

—Picarona —dijo divertido —¿Dónde quedó la gitanita sonrojona?

—Aquí está —le aseguré al sentir mis mejillas levemente enrojecidas —Solo que se ha vuelto una adicta sin control a ti.

—Eso me agrada mucho, mucho —susurró y besó mi frente.

Nothing in my way.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora