Capítulo 56: Te quiero.

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Detuve la camioneta en medio del lugar. La lluvia era intensa y dificultaba la vista.

Por favor, dios mío, que esté aquí. Me bajé y miré a mí alrededor. Sentí un escalofrío al estar allí parada, otra vez. Es tan terrible este lugar. Tiene tanta oscuridad.

Giré a mi derecha y entonces lo divisé. Mi corazón se detuvo al ver lo que estaba a punto de hacer. Comencé a correr.

-¡NO, JOEL! -grité pero la lluvia parecía callar mis gritos -¡NO LO HAGAS!

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas. Las piernas comenzaron a temblarme. Las malditas lápidas se atravesaban en mi camino haciendo más difícil mi llegada a él.

-¡POR FAVOR, JOEL! -intenté de nuevo. Mi voz se quebró a mitad de la suplica.

Él se giró a verme. Al fin me había escuchado. Acercó el arma más a su cabeza.

-¡Quédate ahí! -dijo cuando al fin llegué. Lo obedecí y me quedé quieta en mi lugar. Las lágrimas caían por mis mejillas, al igual que la lluvia -¡No te me acerques!

-Por favor, Joel, no lo hagas -le rogué entre sollozos.

-¿Crees que si se lo hubiese rogado, no lo hubiese hecho? -me preguntó -Tenía 7 años ¡Mierda! Jamás me imaginé que iba a hacer una cosa así.

-Yo sé como te estás sintiendo, Joel...

-¡No, no lo sabes! -me gritó -¡Nadie sabe como me siento! -el arma seguía fielmente pegada a su sien -Toda mi vida es una maldita mentira. Mi padre no es mi padre, es mi tío. Mi tío es mi padre. Mi madre una cualquiera que se revolcaba con el hermano de su esposo.

-Ella no tuvo la culpa de enamorarse de David -traté de razonar con él.

-¡Claro que tuvo la culpa! -rugió y le sacó el seguro al arma. Me paralicé -¿Por qué no dejó a Nicolás y se fue con David? ¿Cuál era la necesidad de engañarlo así?

-Está bien, Joel -susurré y comencé a acercarme a él -Pero no tienes la culpa, no hagas esto. No es necesario.

-Me da asco ser quien soy -musitó y su mirada se quedó fija en la nada -Porque soy igual a mi madre. Y ahora ¿a quien podría importarle si me mato? -volvió su mirada a mí -¡No te me acerques! -detuve mi paso -A nadie... ¿sabes por qué? Porque soy la misma mierda que ella. Solo pienso en mí y en nadie más.

-Eso no es cierto -le dije y di otro paso más. Sus ojos color miel estaban rojos. Brillaban por el dolor, la culpa, el resentimiento. Me acerqué más -Le importas a tu padre.

-¡Él no es mi padre! -gruñó.

-Claro que lo es... él te crió, te ama. Él es tu padre -ahora solo estaba a centímetros de él. Su mirada estaba fija en la mía. Levanté la mano y la apoyé sobre la suya y el arma. Él no se movió. -Le importas a tu prima. Le importas a tu mejor amigo -Apreté el agarre y comencé a bajar el arma de su cabeza. Mis ojos seguían soltando lágrimas. Y la lluvia seguía cayendo pesada, interminable. -Y principalmente a mi -llevé el arma hasta tenerla apuntada sobre mi pecho. Su mirada vidriosa en la mía -A esta gitana tonta que no pudo evitar enamorarse de ti -mi voz sonó temblorosa por el llanto. El arma comenzó a resbalar de su agarre. La tomé rápidamente y la arrojé a un costado. Agarré su mano y la apoyé sobre el lugar en el que latía mi corazón -¿Sientes como late? -le pregunté. El no dijo nada. Sus labios temblaban levemente -Late mucho, Joel. Nunca había latido así por nadie -di un paso más hacia él. Ahora su bello rostro estaba bien cerca del mío. Levanté mi mano y acaricié su mejilla, secando la lluvia y las lágrimas -Y tú crees que a nadie le importaría si algo te pasara. Simplemente harías pedacitos este corazón.

Nothing in my way.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora