Capítulo 72: Con calma.

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Mi pulso latía desenfrenado… dentro de cualquier momento se me iba a salir el corazón del pecho. Miedo, ansiedad, deseo. Más miedo, más ansiedad. Mis pasos eran torpes mientras intentaba subir las escaleras sin dejar de besar a Joel. Yo subía de espaldas, mientras él estaba un escalón más abajo, estaba firmemente agarrada a su remera. Mis besos eran tan torpes como mis pasos… Dios, soy un desastre.

—TN________ —dijo y se alejó de mis labios —Así no…

—¿Qué? —dije confundida, agitada.

—Tranquila, bonita —musitó y acarició mi mejilla —Esto debe hacerse con calma… despacio.

—¿Con calma? —pregunté nerviosa —Pero… si yo estoy muy calmada.

Sonrió tiernamente y me dieron ganas de desaparecer. Debe pensar que soy una idiota.
Subió un escalón más y sin previo aviso me alzó en brazos. Instintivamente coloqué mis brazos alrededor de su fuerte cuello. Comenzó a subir el resto de las escaleras conmigo como si de una pluma se tratara. Respiré profundamente y apoyé la cabeza contra su hombro. Sin bajarme de sus brazos entró a la habitación principal. Se escuchaba con perfecta claridad el sonido de las olas chocando contra la costa.

Sentí que me bajaba al suelo. Apoyé mis pies con cuidado pero seguí con la cabeza apoyada contra él. Nos quedamos quietos, en silencio… compartiendo un segundo de tranquilidad.

Miré hacia la ventana. La luz de la luna entraba de frente, implacable.
No pude evitarlo y me alejé de Joel para mirarla. Esto jamás sería posible de comparar. Nunca había visto una luna más grande, blanca, brillante. Su reflejo golpeaba al mar… haciéndolo más hermoso, más inmenso.
Giré despacio y encontré a Joel frente a mí. Mi corazón comenzó a latir fuerte de nuevo. La luna brilló en sus ojos. Su mano se apoyó en mi rostro, acunando mi mejilla. Mis ojos se cerraron ante el suave contacto.

—Eres mi gitana, ¿verdad? —preguntó. Asentí sin abrir los ojos. Su mano seguía quieta en mi mejilla —Eres una gitana… eres mi gitana porque te has robado mis voluntades… te has robado mi todo.

Suspiré cuando sus labios se apoyaron con cuidado sobre los míos. El beso era suave, armonioso, llenó mis sentidos de calor. Su mano se colocó en mi espalda y con cuidado me acercó un poco más a él. Apoyé ambas manos sobre su pecho. Su boca se adueñó de mi labio inferior. Sentí la punta de su lengua acariciando mi labio. Abrí más la boca y recibí el dulce sabor de su lengua.
Sus besos se despegaron de mi boca y comenzaron a recorrer mi mentón. Cerré las manos sobre su remera, sujetándola con algo de fuerza. Se alejó un poco de mí, perdí su contacto. Abrí los ojos para mirarlo. Sin decir nada se quitó la remera. Aspiré profundamente. Cada parte de mi ser quiso tocarlo, acariciarlo, sentirlo.

El volvió a acercarse a mí, sus manos se apoyaron en mis hombros. Temblé al darme cuenta de que yo tenía puesto un vestido blanco, de dormir, que llevaba botones adelante. Joel corrió hacia un costado uno de los breteles. Besó mi hombro.

Mi respiración comenzó a agitarse de nuevo. Sentí un calor terrible que se instaló en mi vientre. Mi vestido comenzó a desprenderse. Bajé la mirada y divisé los dedos de Joel encargándose de soltarlos, uno por uno.
Lo miré a los ojos. Vi el deseo en ellos, las ganas, anticipación. Vi el amor en sus hermosos ojos. Llegó al último botón y se tardó un poco más en desprenderlo… El vestido cayó al suelo, cuando al fin lo hizo, dejándome en ropa interior. El calor ardió en mis mejillas.
Joel recorrió mi cuerpo con la vista.

—Eres tan hermosa… —murmuró.

No pude decir nada. Mi corazón latía tan rápido que apenas podía respirar. Volví a sentir su mano sobre mi espalda. Subió lentamente y me sobresalté un poco al sentir que se desprendía mi sostén.

Nothing in my way.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora