Capítulo 58: Oscuridad.

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Me senté agitado, angustiado, dolido. Posé mi mano sobre mi pecho y traté de comprender por qué me sentía así. Miré a mi alrededor... esta no era la habitación de TN______. ¿Dónde estoy? Lentamente me puse de pie. El piso bajo mis pies estaba helado.

-TN______ -la llamé. Nadie contestó -¿Papá? -pregunté sin saber por qué.

Volví a mirar a mí alrededor para saber si podía reconocer en donde demonios estoy. Todo estaba demasiado oscuro. Caminé unos pasos y la oscuridad se hizo más presente.
Un sentimiento de soledad me invadió. Soledad que parece nunca va a dejarme.
¿Hace cuanto que estoy solo? No lo sé... no llevo la cuenta.
La cara de Isabella vino a mi mente... ¿Estuve solo estando con ella? Si, estuve solo. Pero no por su culpa, claro que no. La soledad no me deja. Caminé otros pasos en la oscuridad y la risa de Alex.

-¿Alex? -lo llamé. Escuché la voz de Dani -¡Danielle!

Nadie contestó. Me desesperé. La oscuridad era cada vez más interminable. Más tenebrosa. Me mostraba más mi soledad. Y todo se volvía a repetir.
Voces, ruidos, gritos, la voz de Ángela gritándome pequeño inútil. La voz de Donna diciéndome que me quiere. No sé que es ¿Un recuerdo o un deseo?

Me tomé la cabeza con ambas manos y me senté en el suelo frío. Ya no quiero oír más, no quiero sentir. Pero eran cada vez más interminables.
Muchas voces, peleas, gritos, discusiones, Donna gritándole a Ángela, el suspiro de ella muriendo de tristeza. La angustia, el dolor, tienen sonido. Son esos gritos mis angustias. Y mis angustias suenan a nudo en la garganta, a lluvia y frío.
Los gritos se detuvieron... ahora había solo susurros en la oscuridad. Escucho mi odio por lo que ella hizo. El odio tiene sonido, suena a recuerdos incrustados en mi mente.
Levanté la cabeza ¿Qué es lo que escucho ahora? Oigo el sonido de la debilidad, murmullos atormentados, el llanto de Ángela cuando murió su hermana.

Cerré los ojos y entonces escuché su voz, su voz suave y rasposa. Nicolás. La imagen de la primera vez que me llevó a jugar al fútbol: 'papá'. Su voz suave y rasposa cuando me dijo: 'Aquí estoy, Joel. No estás solo, hijo'.
Sentí mis ojos llenarse de lágrimas. Pero de repente todas esas voces y sonidos en mi cabeza se fueron alejando, desapareciendo, acallándose y sólo quedó el sonido del silencio.

¿Qué tiene el silencio? Me da paz, pero a la vez miedo. Ya no hay murmullos ni susurros, ni el sonido de mi respiración. Todo se fue, sólo silencio. El silencio es ausencia. Como la luz en la oscuridad, nos muestra lo que no hay, lo que no está. Todo se fue y el resto es silencio.

Me puse rápidamente de pie al divisar a lo lejos una puerta... ¿es una puerta? Tiene que serlo. La luz anaranjada sale por el pequeño espacio del marco.
Caminé rápidamente hacia allí. Me detuve y dudé antes de tomar la manija y entrar. ¿Qué voy a encontrar del otro lado? Quizás encuentre más soledad o tal vez encuentre lo que tanto estoy buscando para terminar de una buena vez con el silencio de mi vida.

-David, mi amor, ¿Por qué me dejaste? -me paralicé al escuchar su voz. Hacia tanto que no escuchaba su voz. Me gustaba mucho escucharla por las noches, cuando me leía aquellos cuentos tontos para dormir. Me acerqué más a la puerta para escuchar mejor -¿No ves lo que hice? Dejé a nuestro hijo... todo fue un error. Yo no amaba a Nicolás, pero no podía alejarlo de Joel. Ellos se quieren tanto.

-¿Y cuando podré verlo, Donna? Lo extraño -sentí la rabia crecer dentro de mi pecho al reconocer la voz de David. Tomé la manija con firmeza... voy a entrar. Intenté abrir pero la puerta estaba con llave.

-¡Ábranme infelices! -gruñí mientras golpeaba la puerta con firmeza -¡Tú no eres mi padre David Pimentel! ¡No lo eres! -seguí golpeando. Quería que me abrieran. Verles las caras... decirles cuanto los odio -¡Jamás vas a serlo! ¡Mi padre se llama Nicolás! ¿Escuchas?

Nothing in my way.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora