Capítulo 70: Gallina.

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– Joel.

—¿Y en dónde vamos a quedarnos? —preguntó cuando se alejó de mi boca.

—La casa blanca que está detrás de nosotros —le dije. La buscó con la mirada.

—¡Es enorme! —dijo sorprendida.

—Era la casa de playa de mí tía Ángela —le conté —Recordé que estaba vacía y que yo tenía las llaves. Ya que mi tía se la dio a mi padre y él me la dio a mí. Es la única casa en toda, toda la playa. El pueblito esta a media hora en auto. Debemos ser las únicas personas en 100 km a la redonda.

—Me encanta —aseguró —Solo tú y yo en un pedazo de paraíso… realmente me encanta.

—Vamos, entremos a la casa para acomodarnos un poco. Podríamos darnos un baño,… juntos no estaría mal.

Ella se sonrojó al instante. Me deshice en carcajadas. Había extrañado tanto verla sonrojarse.

—Eres un pervertido… pervertido —me dijo mientras se tocaba las mejillas.
—Quiero hacer el amor contigo —le fui sincero. Se sonrojó más aun. Sonreí de costado y apreté los labios para no reírme de nuevo —Me muero por hacer el amor contigo… —me acerqué. Ella retrocedió —Enseñarte a tocarme…

—Joel —musitó. Dejé de acercarme.

—Pero… nadie va a planear ese momento. Solo se dará, sea donde sea. Aquí en la arena, en el agua o en la casa. En cualquier lugar en donde caiga la pasión sobre nosotros —me incliné sobre ella y besé su mejilla —Ahora vamos adentro. Está algo fresco ¿no crees?

Se limitó a asentir, como si no pudiera pronunciar palabra alguna. Tomé su mano y caminamos hasta la entranda de   la casa. La abrí y entramos. Descubrí que estaba mucho más limpia de lo que esperaba. Entonces recordé que mi padre la mandaba a limpiar dos veces al mes. Bajamos nuestros bolsos del auto. TN______ soltó un suspiro y se dejó caer sobre el súper sofá de la sala.

—Estoy tan cansada —dijo. Sonreí y apoyé nuestras cosas en una pequeña mesita.

—¿Cansada de qué? —le pregunté —Si yo fui el que manejó 4 horas ayer y 4 horas hoy… tú solo hablaste, dormiste y hablaste.

—¡Ja! —dijo con tono indignado —Es muy agotador viajar tantas horas.

—Lo sé, bonita —dije divertido —Vamos para arriba, así nos acomodamos en el cuarto.

—¿Vamos… vamos a dormir en la misma habitación? —preguntó. Arqueé una ceja.

—Si —contesté extrañado —¿Por qué? —ella apretó los labios —Oooh, TN_____ ¿Acaso es por lo que te dije afuera?

—Bueno… no, no —dijo rápidamente —Es decir si, pero no. Yo quiero que durmamos juntos.

—Amor —dije sin dejar de mirarla. Ella apartó su mirada de la mía. Suspiré —Está bien… vamos a poner unas reglas.

—¿Reglas? —dijo alzando la mirada de nuevo.

—Si… reglas —ella asintió —Yo voy a mantenerme los más al margen posible de ti —hizo un leve puchero —Si me haces pucheros esto no va a funcionar, TN_______ —la reté.

—Perdón —dijo. Sacudí la cabeza.

—Para tu tranquilidad, por lo menos en los primeros días vamos a dormir en habitaciones separadas —ella iba a decir algo, pero al instante cerró la boca —Y mis besos… van a ser cortos. Más bien van a ser picos.

—Está bien —dijo por lo bajo.

Asentí y volví a tomar los bolsos… esta es la única forma en la que voy a lograr que ella se vuelva un poco más atrevida.

Comencé a subir las inmensas escaleras de caracol que llevaban al piso de las habitaciones. Sentí los suaves pasos de ella detrás de mí. Sonreí levemente. Caminé hasta la habitación principal y entramos. Todo estaba bien y en perfecto orden. Dejé nuestros bolsos a un costado y me acerqué a las puertas del balcón. Corrí las cortinas y el sol golpeó contra el vidrio haciéndome cerrar por unos segundos los ojos. Abrí las enormes ventanas y sonreí al observar aquel hermoso paisaje

Nothing in my way.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora