Capítulo 26.

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*Narra Alex*

-Llámale - dije, sentándome en el sofá con un bol de palomitas recién hechas-. Vamos. O lo haré yo - amenacé, haciendo el amago de coger su móvil.

-Vale, vale. Lo haré yo - se defendió levantándose del sofá y acercándose a la puerta de la terraza-. Pero no escuches, ¿eh?

-¿Yo? ¿No cotilleando tu llamada? ¿Acaso no me conoces? - Me acerqué rápidamente a ella-. Venga, marca su número y dile lo que hemos estado ensayando.

Nos habíamos pasado la última hora discutiendo sobre si debería o no llamar a Steve después de la forma tan especial en la que había acabado las cosas con el aquella misma mañana.

-Y lo pones en altavoz. Aquí la del buen oído eres tú. - Mi amiga puso los ojos en blanco pero acabó cediendo. Dejó el teléfono sobre la mesa de la terraza, aquella en la que tantas tardes había pasado viendo el atardecer de Manhattan, y pulsó el botoncito verde.

-No digas nada - susurró nada más sonar el primer tono y yo hice el gesto de cerrarme la boca con una llave y luego tirarla.

-¿Lou? - Una voz masculina nos recibió al otro lado de la línea. Mi amiga tenía razón, el chico tenía una voz maravillosa simplemente hablando. Cantando seguramente sería el mejor. Al parecer era contratenor, puro talento natural.

Mi amiga no respondió, sino que se acercó al movil con la intención de colgar. Antes de que pudiera hacerlo, le di un codazo y vocalicé un silencioso "háblale o le hablo yo".

Louise asintió y se aclaró la garganta antes de suspirar.

-Hola - soltó en un tono muy bajito. Le proferí otro codazo y subió la voz-. Hola, Steve.

-Louise... ¿Qué...? ¿Cómo estás? ¿Va todo bien? Saliste corriendo de una manera que... Siento no haberte llamado, pensé... Pensé que querías... Que necesitabas tiempo.

-Yo... - Lou empezó a morderse la uña, esta vez la del pulgar derecho, mientras se sentaba en el sofá-columpio que quedaba a mi derecha.

-Siento haberte presionado. Sé que nos conocemos desde hace poco, pero eso no quita que sienta lo que siento. Así que comprenderé que no quieras verme más, pero... - El chico suspiró al otro lado de la línea.

-Te quiero - susurró Louise. Si no la hubiese tenido al lado, creo que habría sido incapaz de escucharla.

Abrí los ojos como platos, sorprendida por la confesión que acababa de hacer. Vale, ella solía salir con chicos y todo ese rollo. Pero jamás había dicho a ninguno de ellos que le quería.

Supongo que siempre hay una primera vez. Que las cosas cambian.

-¿Qué? - El chico hizo palabra mis pensamientos.

-Que te quiero - repitió ella, ahora más fuerte.

Sonreí, levantándome del sofá y entrando nuevamente en el apartamento.

Era increíble cómo Louise y yo habíamos llegado a un mismo punto tras tomar caminos totalmente distintos.

Allí estaba ella, diciéndole a un chico que le quería.

Aquí estaba yo, huyendo de un chico al que quería.

Y las dos teníamos en común el miedo.

Porque ante lo desconocido todos sentimos miedo. Ya de por sí todos tenemos temores. El reto está en vencerlos, en hacerles frente por muy superiores a nosotros que puedan parecer. En ponernos de pie, con las manos en las caderas, y ser el héroe de nuestra propia historia. La historia de nuestra vida.

Quizás Jack había sido un obstáculo incapaz de superar en aquella época, pero había aprendido, había pasado mucho tiempo pensando, reflexionando, recordando... Y ya era hora de saltar esa piedra. De tirarla al lago y dejar que se hundiera en el fondo con todo lo que ello acarreaba.

Quizás Leo había entrado en mi vida por segunda vez para ayudarme a hacer eso, para sacarme del fondo de un abismo que yo misma había construido. Pero las mentiras lo habían jodido todo, habían empañado el cristal que me permitía ver el mundo de una manera diferente, especial.

Y no tenía ganas de luchar contra todo eso.

Sabía que debía hacerlo, pero me sentía con fuerzas para enfrentarme únicamente a una sola cosa.

Cogí mi móvil y marqué su número de teléfono.

Un tono... Iba a hacerlo...

Dos tonos... Iba a acabar con este infierno...

Tres tonos...

-¡Alex!

-Jack... - Tragué saliva-. ¿Podemos vernos? Esta vez sólo tú y yo...

-Pero... - Se escucharon voces de fondo. - Claro - espetó tras varias segundos-. ¿En el mismo lugar de hoy?

-Allí nos vemos - colgué justo cuando Louise entraba al salón.

-Hemos quedado mañana - anunció sonriente.-. Sus padres tienen una casa en las afueras y quieren que vayamos a pasar el fin de semana - se acercó a mí, notando mi seriedad-. ¿Ocurre algo?

-Me alegro por ti - intenté desviar la atención de mi persona.

-¿Has hablado con Leo? - inquirió.

-Con Jack.

-¿Jack? - Frunció el ceño, siguiéndome hasta la cocina.

Abrí la nevera y saqué el té helado. Era algo que teníamos mi tía Sarah y yo en común. Nos encantaba, sobre todo en verano.

-Necesito pasar página. Y no lo haré hasta que le diga todo lo que he guardado estos años - expresé con convicción.

-¿Quieres que te...?

-Has quedado con Steve. Ve con él y pásalo bien. Ya hablaremos cuando vuelvas - objeté antes de que pudiera cancelar sus planes por mí.

-¿Hasta cuándo te quedas en la ciudad?

-A mi padre le dan el alta en un par de días - mordí mi labio-. ¿Sabes? Aún no he hablado con él... Y quiero hacerlo, pero...

-Hazlo, Alex. No pierdas más nunca la oportunidad de decirle a la gente lo que sientes por ellas. ¿De acuerdo? Nunca se sabe cuando te va a atropellar un autobús.

-¿Un autobús? - pregunté, levantando una ceja.

Un nombre vino a mi cabeza.

Leo.

Louise asintió, apoderándose de mi vaso de té y desapareciendo hacia el salón.

-¡Yo elijo la película! - exclamó riendo.

Le echaba de menos. Le quería. Ya no iba a servir de nada negarlo, negármelo.

Pero mi cabeza era un lío ahora mismo. Tenía un cúmulo de cosas que me impedían pensar con claridad: mi padre, Jack... Y por encima de todo eso estaba la boda. ¿Cómo iba a ir si no era con Leo? Había imaginado que le tendría allí para apoyarme. ¿Cómo iba a enfrentarme a ese día sin él?

Paso a paso, Alejandra, me dije.

Paso a paso.

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