Capítulo 23.

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*Narra Alex*

-Tía Sarah, ¿tienes un momento? - pregunté después de llamar a la puerta de su consulta.

-Claro, cariño. Pasa - me recibió con una sonrisa. Ocupé el sillón frente a su mesa y empecé a jugar con una pulsera que llevaba-. ¿Ocurre algo?

-No, no. Es sólo que...

-¿Es por tu padre? Porque si es así, déjame decirte que está bien. Tendrá que mejorar su estilo de vida y dejar de fumar, pero estará bien. De verdad. - Se levantó y acercó a mí, sentándose en el reposabrazos de mi sillón.

-¿Podrías averiguar un número de teléfono? - Mi tía frunció el ceño-. Verás, es que hace un par de días vi a una pareja joven que salía de una eco o así. Y al chico se le cayó la... La cartera.

-Pues déjala en recepción.

-Me gustaría dársela personalmente. Ya sabes. Llevar a cabo un buen acto.

Crucé los dedos por debajo de la mesa, esperando a que se creyera mis falacias.

-Cariño, es que no está permitido.

-Eres la directora del hospital. Por favor - insistí. Mis argumentos carecían de validez, pero siempre había sido su sobrina favorita - además de la única.

-Pero...

-Vale, vale. Te diré la verdad. - A ver qué otra mentira se me ocurría-. La verdad es que conozco al chico. Bueno, de vista. En realidad conozco a su hermano. Estudiamos juntos cuando, ya sabes... - Moví las manos en aspavientos para ahorrarme una explicación que no existía-. Y querría volver a verle. Perdí su teléfono cuando regresé a casa y quizás su hermano me ayude a dar con él.

-Un chico - murmuró apoyando su mentón en una mano.

Sonreí, intentando parecer lo más inocente de este mundo.

-Un chico - repetí.

Mi tía suspiró, regresando a su sitio y tecleando un par de cosas en el ordenador.

-¿Dices hace un par de días?

-Sí.

-¿Nombre?

-El chico se llama Jack Hull.

-Ah, sí. Jack y Alice - sonrió-. Conozco a los padres de la chica. Su padre es médico, cardiólogo. De hecho, el que está tratando a tu padre.

Anda, pero si es usted otra vez, Señora Ironía.

-Qué coincidencia - me obligué a decir fingiendo emoción.

-Vale. Aquí está. - Apuntó unos números en una pequeña hoja y me la dio-. Que nadie se entere, ¿eh?

-Lo prometo. - Guiñe un ojo a mi tía y salí de allí.

Primer paso completado.

Ahora venía lo complicado. Llamarle. Decirle que quería verle. ¿Qué me diría? Llevaba dos años sin verle. Aunque le veía siempre: en mis pesadillas, cuando cerraba los ojos y recordaba, con algo que me recordara a él... Le tenía siempre presente y ya era hora de acabar con eso.

Cogí mi móvil con manos temblorosas y marqué el número, dando al botón de llamar tras varios segundos de duda.

Un tono... Esto estaba ocurriendo...

Dos tonos... ¿Qué le iba a decir?

Tres tonos... Vale. Iba a colgar. Decidido.

-¿Diga?

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