*Narra Leo*
-Alex, tranquila. Respira hondo y dime qué ha pasado.
No paraba de sollozar. Su móvil había caído al suelo segundos después de responder la llamada. Pude ver cómo su cuerpo se precipitaba al suelo, pero me apresuré a cogerla entre mis brazos antes de que se hiciera daño.
-Mi... Mi padre... - Cerró los ojos y empezó a llorar, abrazándose a mí.
-Vale, mira. Vamos a buscar a tu madre y...
Negó con la cabeza y se aferró con más fuerza a mi espalda.
-Alex...
No paraba de llorar. Y no sabía qué hacer. Cogí mi móvil y marqué el número de mi padre.
-¿Leo?
-Papá... ¿Podéis venir? Estamos cerca de la entrada. En una especie de descampado.
-¿Qué ha pasado? - Escuché de fondo ruidos de sillas que se movían, susurros y algún cubierto que se caía.
-Simplemente venid - dije sereno, todo lo sereno que pude. Cerré los ojos y colgué.
*********************************
-Está en el Hospital Metropolitano.
-¿Qué coño hacen en Nueva York? - proferí elevando la voz. Mi padre conducía de vuelta a casa.
-Shh - me mandó a callar mientras seguía hablando por el manos libres con Anne.
-La hermana de Robert trabaja allí. Stella quería quedarse en Washington, pero Sarah insistió en que le trasladaran.
Apoyé mi frente en el cristal del coche y dejé salir un sonoro suspiro.
-¿Estás segura de que no quieres que os acompañemos? Aún no hemos vendido el apartamento, os podríais quedar allí.
Miré a mi padre. Nada me gustaba más que la idea de estar con Alex, pero no en esa casa, no con tantos recuerdos.
-Sí, tranquilo. Llamaré al trabajo mañana por la mañana y... - De fondo se escuchaba el llanto de Alejandra.
-Yo me encargaré de eso, tranquila.
-Gracias - dijo en apenas un susurro-. Hemos llegado, cariño. Vamos.
-Vale - musitó la chica en un tono tan bajo que de no haber memorizado cómo sonaba su voz no habría logrado escuchar.
-Christian, gracias por todo, de verdad. Te llamaré en cuanto pueda.
-De acuerdo.
Y así acabó la llamada.
Miré a mi padre esperando un "venga, haz las maletas" pero no obtuve respuesta. Entramos en casa y se despidió de mí, entrando en su despacho.
No podía dejarla sola. Sabía por lo que estaba pasando y no iba a permitir que sufriera.
*Narra Alex*
Mamá me acompañó hasta la puerta de mi habitación. No sentía nada. No era capaz de formular un único pensamiento coherente.
Mi padre, al que llevaba meses sin ver, estaba en el hospital. Cuando Stella me lo dijo, dejé caer el móvil, así que desconocía la razón por la que estaba ingresado. ¿Habría sufrido un accidente? ¿O sería un simple desmayo? ¿Un infarto?
Creía recordar que mi madre lo había mencionado en el coche, pero estaba aturdida, no hacía más que escuchar los latidos de mi corazón, mi respiración acelerada, la sangre latir en mis orejas, mi llanto...
Entré a mi cuarto y me dejé caer en la cama. Quería ser capaz de actuar con rapidez, de hacer la maleta y salir directas al aeropuerto. Pero no podía. Mis piernas no me respondían.
-¡Alex! ¡Reacciona! - Levanté la mirada antes los gritos de mi madre-. Cariño... Entiendo que esto sea un shock para ti, pero necesito que reacciones. El vuelo sale en una hora y no vamos a llegar como sigas así. Ya tendrás tiempo de miradas pérdidas y monosílabos durante el vuelo.
Sacó una mochila de mi armario y salió de mi habitación, no sin antes echarme una última mirada de o-mueves-el-culo-o-te-lo-muevo-yo.
Saqué fuerzas de Dios sabe dónde y empecé a guardar ropa, un par de zapatillas, el cargador del móvil, mi cartera... Hasta que me topé con el libro que Leo me había dejado, uno de Stephen King. Lo cogí entre mis manos y lo apreté contra mi pecho.
Le necesitaba. Le necesitaba aquí, conmigo. Después de este tiempo, ya no tenía miedo en admitir que me gustaba. Quizás más que gustar.
Después de todos estos años, y por primera vez, no tenía miedo. El recuerdo de aquello quedaba eclipsado por lo que vivía cada día que pasaba con él, por sus sonrisas, sus caricias, sus besos...Por eso le quería aquí conmigo. Porque sabía que no podría con esto sola.
Pero eso era muy egoísta por mi parte. Hacía nada había perdido a su madre y yo le quería hacer volver a la ciudad que dejó para hacerle ir a un hospital, ese lugar en el que seguramente habría pasado días enteros.
Negué con la cabeza y guardé el libro en mi mochila.
No podía hacerle esto. Por más que quisiera. Por más que le necesitara.
El sonido de mi móvil me distrajo. Cerré la mochila tras meter un par de cosas más y cogí el aparato con manos temblorosas. Era él.
-¿Leo?
-¡Alex! Esperadme. Voy con vosotras - negué nuevamente con la cabeza, dejando que una sonrisa se formara en mis labios. Era algo contradictorio.
-No lo harás - sentencié con seriedad.
-Lo voy a hacer. Estoy preparando las cos...
-No, no lo harás.
-¿Qué?
-Que no voy a dejar que vengas, Leo. Y punto.
-¿Por qué?
Porque te haría revivir todo aquel infierno.
-Porque no - dije simplemente y colgué. Quizás no había sido la mejor manera de decirle que no, pero si seguía hablando con él, acabaría rogándole que me acompañara.
En menos de cinco segundos, mi móvil volvió a sonar. Era él otra vez.
Puse el móvil en silencio, lo guardé en la mochila y bajé las escaleras.
Nueva York, nos volvíamos a ver las caras.
![](https://img.wattpad.com/cover/10985792-288-k799862.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Mi historia favorita.
RomansaLeer era su pasión, pero nunca había vivido una historia así. Nunca. Hasta que llegó él.