*Narra Leo*
Alejandra se dejó caer en la cama, soltando varios sollozos antes de hundir su rostro en sus manos. Me acerqué rápidamente a ella, pasando mi brazo por sus hombros y acercándola a mí.
-Tranquila... Shh... - Al parecer el día estaba hecho para todo menos para desempacar las cajas.
-Lo siento - balbuceó en un hilillo de voz que no habría sido capaz de escuchar de no haber estado a su lado.
-No tienes nada que sentir.
-Es que... - Suspiró, aclarándose la garganta.- Yo... Lo... Tuve un...
-No hace falta que me lo cuentes - dije acariciando su mejilla y secando las lágrimas.
Alex asintió, volviendo a apoyar su cabeza en mi pecho y abrazándome, como si no quisiera separarse nunca de mí.
Te quiero.
Las palabras vinieron de golpe a mi cabeza e hicieron que me quedara paralizado mientras pensaba en ellas.
Mientras pensaba en ella.
-Shh. Todo está bien, ¿vale? Todo irá bien - intenté tranquilizarla-. Sé que desempacar no es lo más divertido del mundo, pero tampoco es como para ponerse a llorar - bromeé, consiguiendo que una pequeña risa saliera de sus labios.
*Narra Alex*
-Jamás había llorado delante de un chico... Bueno... No suelo llorar frente a nadie... Disculpa.
-Deja de pedir perdón y dime de qué te apetece la pizza.
Me acerqué a la encimera de la cocina para recoger la taza de café que había dejado antes y terminé de recoger lo que quedaba de desayuno - que era todo ya que, tras lo ocurrido, nuestro apetito había desaparecido.
-Cuatro quesos - comenté acercándome a él, que estaba sentado en el sofá.
Habíamos acabado de sacar la mayor parte de las cosas de las cajas - después de que consiguiera hacerme dejar de llorar- y su habitación ya había adquirido la forma de un espacio habitable.
-Y una cuatro quesos... Exacto... Esa dirección, sí... Vale, gracias... Hasta ahora. - Colgó el teléfono y se recostó en el sofá-. En veinte minutos tendremos el almuerzo listo.
-Gracias - comenté quitando una pelusa imaginaria de mi pantalón.
-¿Por?
-Por todo. Me invitas a tu casa, pagas la comida, te comportas genial y yo sólo sé joderlo.
-No es verdad.
-Sí que lo es. Y lo sabes - dejé que una risa saliera de mis labios, en un intento de aliviar la tensión.
-Sólo un poco - bromeó, dándome un pequeño empujón-. Me gustaría dejar claro algo - se aclaró la garganta, sentándose recto para mirarme fijamente-. No sé muy bien cómo decirlo pero... Creo que por ahora deberíamos ser sólo amigos.
-¿Amigos? - pregunté algo decepcionada.
-No quiero forzarte. No quiero que hagas nada que no quieras hacer. Y lo mejor para ello es poner límites.
¿Qué?
-¿Y te crees que poniendo límites vas a evitar que sienta lo que siento por ti?
Espera, ¿qué?
Nota mental: controlar mi valentía, esa que hacía acto de presencia cuando menos lo necesitaba.
-¿Y qué sientes por mí? - preguntó curioso.
-No lo sé. - Mordí mi labio a la par que evitaba su mirada fijando mis ojos en cualquier otro rincón de la habitación. Era bastante amplia y la decoración increíble. Si tan sólo hubiera conocido a su tía unos meses atrás, se habría encargado de mi habitación y de seguro la habría dejado mucho mejor.
-Ya veo... Bueno... Hagamos algo.
-¿El qué?
-No pongamos etiqueta a lo que somos hasta que lo averigüemos.
Eso sonaba bien. Realmente bien.
-Me gusta - sonreí ampliamente.
-Aunque necesito que me aclares algo.
-¿El qué?
-¿Esto significa que voy a poder besarte cuando quiera?
No pude evitar empezar a reír como una posesa, lo que hacía cuando estaba nerviosa. Y lo estaba. Leo era un chico realmente guapo y estaba interesado en mí. Pero...
-¿Y si sale mal?
-Hey, aún no hemos empezado. Dale una oportunidad a esto - movió las manos entre nosotros y asentí-. Deja que se convierta en tu historia favorita.

ESTÁS LEYENDO
Mi historia favorita.
RomantizmLeer era su pasión, pero nunca había vivido una historia así. Nunca. Hasta que llegó él.