CAPÍTULO IX •Lo que eres

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Los gritos no cesaban al igual que los gruñidos y aullidos, aquí en el cuarto de Dante había una ventana, algo la golpeó fuertemente, quite las cobijas de mí y me levante para acercarme a ver. Como ninguna casa tenía luz y las cortinas no permitían que la luz de la luna se colará (ya que son negras) no veía muy bien por donde caminaba, usaba mis manos moviéndolas frente a mí para evitar chocar con algo.

La tela suave se coló entre mis dedos, la hice a un lado, no por completo pero si una pequeña parte para poder ver con un ojo.

Sentía como si alguien respiraba en mi cabeza, debe ser el aire... Aunque no pudiese ver por la oscuridad voltee, es claro que no hay nada así que regreso al chisme hacia la ventana.

Lo que veo me hace saber que realmente estoy lejos de casa.

Era como lo recordaba, un licántropo, con grandes garras, pelaje por todo su cuerpo, era un lobo gigante que se sostenía en las patas traseras, Michael debería ver esto.

Frente al licántropo había una persona con una gran herida de su tobillo hasta su rodilla y no paraba de sangrar, aquella persona que esta ahí tan inmune tiraba pedía ayuda pero nadie le hacía caso, no podía abandonarlo, tenía que ayudarlo.

Salgo con cuidado y a tientas de la habitación de Dante, me alegraba de que estas otras cortinas fueran de un color crema y no de un color negro como la habitación anterior, podía ver un poco por donde me encontraba y no me fue difícil encontrar la puerta. Tome la llave del candado, la introduje en este, había una tipo protección la cual también abrí, termino por acabar con la protección para ahora si, abrir la puerta y salir.

Ya la iba abrir cuando alguien me cubrió la boca con su mano pasó un brazo por mi pecho haciendo que mi espalda quedara pegada a su pecho y mis brazos quedaran inmovilizados por su fuerza, intente quitarmelos de encima pero era imposible.

—Shhh, soy yo callate —me susurró Dante en el oído, admitó que su voz me tranquilizo, me soltó y me giró para quedar cara a cara, bueno la bajo un poco para estar a la altura— ¿qué parte de no salgas no entendiste? —sonó molesto y no lo culpo.

—Tengo que ayudarlo, el pobre nece... —un grito me interrumpió.

Corrí a una de las ventanas y recorrí un poco las cortinas para mirar, en ese instante me arrepentí tanto de hacerlo. La garganta de la persona no dejaba de sangrar por culpa de que el licántropo se la desgarró con sus dientes, éste último volteó pero antes de poder conectar la mirada ya estaba tirada en el piso con Dante sobre mí, puso su dedo sobre mis labios para que no hablara. Alguien olfateaba toda la casa, sólo esperaba que no nos hicieran nada.

Con todo esto había olvidado que tenía frío, en cuando volvimos a la habitación lo recordé, Dante se aseguró de volver a cerrar todo perfectamente.

—Te dije que no sal...

—¿Qué nadie los ayuda? Ese tipo murió allí fuera horriblemente y nadie hacía nada, y yo creía que vivía en un mundo cruel —dije con voz temblorosa, él prendió una vela.

—Escucha, la mayoría de esos tipos no son de aquí ¿si?

—¿Entonces de dónde son? —Me empujó suavemente para que volviera acostarme y durmiera.

—No es momento hablar, es momento de dormir, mañana te explico todo lo que quieras saber.

Sopló la vela haciendo que todo volviera a la oscuridad.

Intentaba dormir pero el frío se colaba entre mis cobijas, por un momento creí que aquí nevaba y ni cuenta me daba, no paraba de temblar igual que mi mandíbula haciendo que mis dientes castañeen.

EL BOSQUE •(Terminada)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora