Capítulo 34-•- La cascada

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         Ya ha pasado una semana y no he aprendido mucho, mi padre dice que es por qué no estoy concentrada.

           Sólo estaba cansada... Cansada de estar entrenado cada día sin parar, era por mi gusto en tratar de aprender todo lo posible mientras estuviera aquí... Pero por lo visto no me daba resultado. Por lo que sé, (gracias a unas hadas que se llevaron a Hanna) Hanna aún no despierta.

            Me pare, tome mi lapicera y mi cuaderno para salir a la sala, hoy había sido un día agotador y necesitaba relajarme un poco.

            Prendí dos velas, me senté en en el piso y puse las velas en la parte de arriba de mi cuaderno (sobre la mesa) me gusta pensar en que todos están dormidos y tendré un momento a solas para mí.

          La puerta de la entrada se abrió, las velas se apagaron, me pare de inmediato de donde estaba.

          —Tranquila soy yo. —Me relaje en seguida al escuchar la voz de Dante, volví a aprender las velas, lo pude ver mejor, me sonrió y le regresé la sonrisa. Me deje caer en el sillón, se sentó a mi lado.

          —¿Qué te pasa?

          —Nada, ¿por qué? —Fruncí un poco el ceño.

          —¿Nada? —elevó una ceja, negué con la cabeza—. Caroline ya no te he visto sonreír como antes, ya no tienes esa curiosidad por los problemas que te caracteriza, te conozco desde pequeña y tú no eres esa Caroline de siempre.

          Aparte mis ojos de él, no había tomado tanta importancia en todo esto, no me había dado cuenta de todo lo que decía.

           —No lo sé, tal vez ya madure —permanecí seria y él soltó una risita—. ¿Qué?

          —Por favor ¿tú madurar y diciendo eso? —tiene razón, sí me pasa algo, y lo sé—. Insistió; ¿qué te pasa? Ahora todo el tiempo estas seria, sólo pensando en las peleas, tu mente esta en otro lugar, tanto así que no habías siquiera garabateado en algo. —Subí mis piernas al sillón, abrace mis rodillas y apoye mi mejilla en ellas.

         —No puedo hacerlo Dante... Llevó una semana y no he podido aprender nada, estoy más que aterrada, —cerré mis ojos un instante para volver a mirarlo— no puedo ni con una pelea ¿cómo podré con mis poderes o mi madre? —Acarició mentón con su pulgar, se acercó más.

         —Yo te voy a ayudar con todo eso, no tengas duda porque tú puedes con eso y más ¿entendiste? —asentí— ¿No puedes dormir?

         —No, definitivamente no.

          —Vamos a distraerte un rato. —Me pare cuanto antes y me apresure a ir por mis zapatos y un suéter.

           Me puse los zapatos al estar afuera para evitar hacer ruido, la luna nos dejaba ver un poco el camino, nuestros pasos se escuchaban por donde pasábamos.

           —Dante ¿tú me puedes decir por qué las hadas se sorprendieron de qué estoy viva? Entiendo que creían lo contrario, aún... no estoy acostumbrada a esto.

          —Te contare, únicamente por tener el permiso de tú padre.

          —Te escucho.

          —Como tú lo has dicho; todos creen que estás muerta. La única que sabía de que estabas viva es tu madre... Y se extendió un poco todo esto, y no tienen idea de que eres tú. Todos creen que estás muerta como tu hermano mayor, todos creen que tu vida acabó siendo ahogada cuando tu padre intento atravesar el puente que atravesaba el río, te llevaba entre sus brazos, tu madre los perseguía, derribó el puente haciéndolos caer por la cascada, tu padre no pudo contra la horrible corriente para que permanecieras cerca de él; tu madre paro hasta "asegurarse", de que una gran roca los aplastara. El agua se tiñó de rojo..., un rojo tan intenso pero casi de color guinda —Sonrió de lado—, pero ella no contaba con que podrías usar tus poderes a muy temprana edad.

EL BOSQUE •(Terminada)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora