Capítulo 28-•- Escapar

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          Estaba en un pequeño cuarto con barrotes, me recuerda a la cárcel. Llevó tres días en este lugar y esos tres días han sido suficientes para saber que estaba en donde hacían los experimentos y me necesitaban para que no salieron fallidos, aún no averiguan si servía, pero en eso estaban. Siempre a la misma hora me inyectan algo de color morado en cualquier parte del cuerpo y como no era la única aquí, (había más seres y más cuartos con barrotes) a todos nos inyectan eso. Una vez me quite el collar para ver que salía y ver si lograba hacer magia para salir pero nada...

           Mis compañeros aprisionados tienen una cara tan demacrada, con enormes ojeras, labios resecos, todos parecíamos normales como cualquier humano, pero a comparación de mí ellos, eestán en los huesos y como no, si nos alimentaban una vez al día y era una miseria que aparte sabía horrible.

          Vi como cuatro murieron, lo hicieron frente a mis ojos, no logro borrar las imágenes aún; comenzaron con una tos leve hasta no poder parar, sangre negra salía de sus bocas, uno terminó con convulsiones en el piso, otros dos no podían respirar y el último sus huesos se hicieron fragiles como un delgado cristal.

          Todos los días sin falta se escuchaban golpes en las paredes, cosas se estrellaban por todos lados, se escuchaban golpes de piel con piel y no dejemos a un lado los gritos... Gritos de dolor, sufrimiento, arrepentimiento, desesperación de todo lo que pudiera ser menos lo bueno.

          Alguien se paró frente a mi celda, puse mi peor cara de fastidio al ver que era el idiota ¿qué hace aquí?

          —No te ves muy contenta de volver a verme, Caroline. —Me pare para dar unos pasos y quedar enfrente de él, agarre los barrotes y los solté para hacer una reverencia.

           —¡Perdón su majestad! —abrió la reja.

           Antes de que pudiera golpearlo sacó una pistola y apuntó a mi frente para sonreír con cinismo.

            —No te preocupes, no voy a matarte... ahora. —Hizo un movimiento con la cabeza para que caminara.

           Al salir y caminar por delante, sentía la pistola en la parte trasera de mi cabeza, me guió hasta llegar a un cuarto demasiado limpió, todo su interior era blanco, nada comparado con los pequeños cuartos donde estábamos, todos sucios, llenos de moho, y aún así teníamos que dormir en el piso, lo peor no era eso, lo peor es que había niños, ellos no tenían la culpa son tan pequeños e inocentes.

           —¿Ahora para qué entramos aquí Marck? —dije fastidiada, me empujo para que terminara de entrar.

          Adentro de la habitación blanca (donde estamos) había un tipo cuarto pero con tres paredes de cristal, era tan reluciente que cualquiera podría pasar sin darse cuenta de su existencia y chocar con ella.

           Marck se alejó del vidrio después de cerrarla.

          —No trates de hacer nada para salir.

          Marck caminó hasta una esquina donde había un gran tablero con muchas luces que parpadean junto millones de botones, el tablero era enorme, más grande que un teclado.

          Tome un banco pequeño que se encontraba por un lado de mí (yo no me había movido ni un centímetro hasta que lo vi), juguetee con el entre mis manos hasta que lo lancé contra el vidrio esperando que este se quebrara o aparecieran grietas... Pero no, me hizo enfurecer y aún más la risa de Marck.

          —No intentes nada linda o terminaras lastimada como Ivan.

          —¡No sé quién putas es Ivan! —mis padres no estarían orgullosos de mi vocabulario pero estoy tan enfada.

EL BOSQUE •(Terminada)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora