Capitulo Uno

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MANHATTAN, NEW YORK.

Vanesa

Respire hondo observando la hermosa imagen de la isla de Manhattan frente a mi como lo hacía la mayor parte del tiempo. Desde el enorme ventanal de mi oficina podía observar todo el movimiento a mi alrededor haciendo que me perdiera en mis pensamientos, los cuales me llevaban a recordar un pasado oscuro del cual quería escapar, pero me era imposible hacerlo.

MUCHOS AÑOS ATRÁS.
BOGOTA-COLOMBIA.

Observé el dibujo que llevaba en mis manos y Sonreí orgullosa al verlo. Era un dibujo donde estaban mis papás y mi hermano, unidos por un corazón.

Llegue a mi casa y cuando iba a tocar la puerta escuche un fuerte golpe desde adentro y la voz de mis papás gritando.

-Es un bueno para nada!
-Pues entonces vaya y trabaje usted!

Me que congelada al escuchar los gritos que últimamente eran mas constantes en casa. Escuchar a mis papás gritar me asustaba, por eso cuando estaba a punto de irme, la voz de mi mamá me detuvo.

- ¿Por qué esta afuera? ¿No tiene manos para golpear la puta puerta o que?

Mire al suelo sintiendo como las lágrimas bajaban por mis mejillas.

-Respóndame!! ¿O tampoco tiene boca para hablar?

Iba a responder, pero sentí como apretaba mi brazo haciendo que soltara un grito de dolor.

Seguido de esto, una fuerte bofetada.

-Muévase para adentro, se cambia y no sale de su cuarto. No hay almuerzo, así que no la quiero ver en la cocina. ¡Entendió!

Gritó de nuevo haciendo que me encogiera del susto.

-Si señora.

Dije apenas audible y me fui a mi cuarto corriendo. Cuando entre vi a mi hermano en su cama. Éramos una familia de pocos recursos. Mis papás trabajaban para darnos de comer y para estudiar. Vivíamos en una casa llena de grietas y humedad. No teníamos lujos y tenía que compartir cuarto con mi hermano, ya que la casa era pequeña y solo había dos habitaciones.

Me acerque con cuidado y lo vi jugar en su celular.

-Que quiere estúpida?  -Me alejé de su cama y negué con la cabeza. Me limpié mis lágrimas y me fui al baño a cambiar mi ropa. A mi corta edad era una niña golpeada y humillada por mi propia madre, y tratando de entender las situaciones que me rodeaban.

MANHATTAN,NEW YORK
TIEMPO ACTUAL

-Señora Ferrer, su padre la espera en la sala de juntas. - Escuche decir a mi secretaria y salí de mis pensamientos dándome vuelta para observarla.
-Dígale que voy en seguida.

Asintió y salió de la oficina. Fui al mini bar que tenía y serví un vaso de whisky, lo tomé de un sorbo para tratar de despejar mi mente y olvidar esos estúpidos recuerdos que me perseguían día y noche. Salí de mi oficina y me dirigí a la sala de juntas observando como algunos de mis empleados me miraban y murmuraban cosas.

Me detuve y los miré a todos.

-Les pago para que hablen de mi o para que trabajen! - Grite y volvieron a sus respectivas tareas. -Imbéciles. - Murmuré y seguí caminando.

Entre a la oficina y observe al hombre allí sentado, el hombre que me había salvado y me había dado todo lo que tengo ahora. Una de las pocas personas en el mundo que tenía mi respeto y confianza.

-Buen día hija, hasta acá se escuchan tus gritos.

-Son un montón de incompetentes. Buen día, no esperaba verte acá hoy.
-Lo sé, mi vuelo sale en unos minutos, decidí venir a despedirme y a decirte que tu madre quiere que pases tiempo con ella.

-Hablare con ella más tarde. ¿Está todo bien? - Pregunte preocupada. Eran pocas las veces que él venía a la empresa, cuando venía, solo lo hacía para verificar que todo estuviera en orden con los documentos y negocios, de lo contrario no venía. La última vez que vino, fue para reunir a los accionistas y empresarios aliados para anunciar que la sede de la empresa aquí en Nueva York pasaba a mi cargo. La noticia nadie la esperaba, pero me dieron su apoyo y confianza.

TRES AÑOS ATRÁS

-Qué te parece tomar la presidencia de la sede en Nueva York?

Preguntó Ricardo Ferrer mientras tomaba un poco de vino tinto.

Estábamos los dos cenando en un restaurante a pocas cuadras de la empresa.

-No lo sé, no me siento capacitada para tomar tu cargo.

-Yo sé que puedes hacerlo hija, confió en ti y lo sabes.

Lo miré a los ojos y supe que tenía razón. Yo era su todo y él era mi todo.

-Está bien, tomare la presidencia, y de una vez te aviso quiero el mejor Penthouse de todo Manhattan.

Hable de manera arrogante y el soltó una suave carcajada.

-Lo que quieras princesa.

Sonrió orgulloso y se levanto para darme un abrazo. Mi cuerpo se tensó de inmediato y él se dio cuenta y retrocedió.

-Le daré la noticia a tu madre, estoy seguro que le encantará.

-Seguro que sí. Aunque debe estar demasiado ocupada.
-Esta trabajando en el diseño de sus vestidos y no deja que nadie la interrumpa.

-Entiendo, el desfile de verano esta cerca y ya sabes como se pone cuando eso pasa.

Uno de los eventos de moda más importante y esperado de todo el año, a cargo de una de las mejores diseñadoras del momento.

TIEMPO ACTUAL

-Oye... Hable mirando a Ricardo quien parecía ido.

-Eh...Lo siento que decías?

-Te pregunte si estabas bien, pareces nervioso, ¿hay algo que quieras decirme?

-Estoy bien hija, debo irme. - Asentí no muy convencida y lo acompañé hasta el ascensor para despedirme de él. Fui a mi oficina y segundos después entró mi secretaria.
-Se le ofrece algo señorita.- Hablo con una sonrisa coqueta y la mire seria.
-Algún compromiso para hoy?

-Solo un almuerzo con la señora Marcela Duncan a las 12, desea algo más?
-Comunícate con Marcela Duncan y pásame la llamada. Y no quiero que nadie me moleste, te puedes retirar.

-Ok. - La observe salir y deje salir una risa sin gracia al verla mover sus caderas exageradamente. Era la octava secretaria que tenía desde que había tomado la presidencia de la empresa. Las anteriores no duraban más de un mes. Era simple, venían y hacían una "Entrevista", la cual se trataba de tener sexo conmigo y quedaban contratadas. ¿Fácil no?

El teléfono sonó y lo tome de inmediato escuchando la voz de Marcela Duncan al otro lado de la línea.

-Desde cuando mandas a tu secretaria para hablarme?

Apostaría lo que sea a que estaba sonriendo.

-Desde que soy una empresaria muy ocupada.

Conteste en voz baja siguiéndole el juego y la escuche suspirar.

-Hice una reservación en tu restaurante favorito, espero no te moleste.

-Claro que no. Te veo allá, ¿te parece?

-Está bien, nos vemos. - Colgué dejando el teléfono a un lado y me recosté en mi silla sintiéndome agotada para luego tomar unos documentos y tratar de despejar mi mente, pero me vi interrumpida cuando la puerta se abrió de golpe.

-Te dije que no quería que me molestaran Sarah, ¿acaso no entendiste? - Hable molesta sin levantar la mirada de los documentos que tenía que revisar.
-No te recordaba tan amargada...

Quédate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora