En Mis Brazos

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Vanesa
Me levante de la mesa y fui a pagar la cuenta. Hubiera querido estar más tiempo con Michelle, pero sabía que su hija la necesitaba.
-Pediré un taxi y así te dejo en paz.- Michelle habló y la detuve.
-Un taxi? Estas loca si piensas que te dejaré ir taxi.- Ella empezó a protestar y la ignore.
Cuando salimos del restaurante habían unos cuantos periodistas y apenas nos vieron intentaron acercarse pero mis escoltas los detuvieron a tiempo.
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Estaba nerviosa, no sabía porque pero lo estaba. ¿Íbamos muy rápido? ¿Yo estaba invadiendo su espacio? La verdad no lo sabía, lo único que quería era estar junto a ella el mayor tiempo posible.
La acompañe hasta la puerta de su departamento y estaba tan sumergida en mis pensamientos que no escuche cuando la puerta se abrió y Michelle saludo a su madre.

-Está en la habitación, he intentado calmarla con todo, pero nada funciona y... Señora Ferrer que sorpresa.- La mujer había hablado tan rápido que no había notado mi presencia.
-Buenas tardes.- Salude y vi a Michelle entrar y desaparecer dentro del departamento. Me quede en la puerta con su madre mirándome sorprendida y me sentí rara -Yo... Umm, solo viene a dejar a....- El fuerte llanto de la bebé me interrumpió y mire a Michelle quien sostenía a su hija en brazos mientras intentaba calmarla. Una sonrisa se me escapó al verlas y sentí mi corazón empezar a latir rápidamente.

-Mamá... Michelle miro a su madre y me señalo, ella comprendió y se hizo a un lado para que yo entrara, di un paso vacilante y entre. Me acerque a ella y vi a su bebé quien seguía llorando de manera descontrolada.
-Yo... Sera mejor que me vaya.- Hable y como por arte de magia la niña se empezó a calmar. Su llanto se hizo más débil y me miro. Ok... Esto es raro, la niña me miraba directamente a los ojos y me sentí extraña. La mire y de un momento a otro estiro su pequeña manita hacia mí. Mire a Michelle quien miraba la escena confundida y la pequeña empezó a mover sus manitas en mi dirección y me congele.

Ella balbuceaba cosas mientras movía sus manos en mi dirección.

-Tal vez quiere que la cargues. - Michelle habló suave y me miro interrogante esperando mi aprobación.
-Yo... No creo que sea buena idea... -Hable torpemente y di un paso atrás, pero apenas lo hice la pequeña empezó a lloriquear de nuevo. ¿Qué le pasa? Ya me está dando miedo.
-En verdad quiere que la cargues.- Michelle hablo mirando a su hija y me mordí el labio nerviosa. Nunca en mi vida había estado cerca de un ser tan pequeño, el miedo que sentía era enorme, pero vi los pequeños ojos mirarme con lágrimas y acepté finalmente, si ella quería que yo la cargara, pues ni modo.

Me acerque aun nerviosa y Michelle me la paso con cuidado mientras me indicaba como cargarla.

-Puedes poner una mano aquí. - Tomo mi mano y la llevo hasta la espalda de la pequeña. Apenas sentí su toque nos miramos y sonreímos -Y la otra mano va en la cabeza, para protegerla si se pone inquieta. - Con mi corazón latiendo a mil kilómetros por hora, puse mi mano en su cabeza de la manera más tierna posible y sentí la suave respiración de la pequeña en mi pecho. Era un sentimiento tan inexplicable el tener a un ser tan pequeño en mi pecho, y lo peor, ese ser que no era mío y que no tenía nada que ver conmigo, ese ser que había roto las barreras que yo misma había construido a través de los años, las barreras de no demostrar el contacto físico, las barreras que hoy se fueron a la mierda cuando apreté un poco su pequeño cuerpo contra el mío.

Michelle
Mi corazón se apretó contra mi pecho al ver la hermosa imagen de mi hija en los brazos de mi jefa. La mujer que se robaba todos mis suspiros y quien me había atrapado desde el primer día que la había visto tratándome como la mierda por casi ser arrollada por ella misma. La mujer que medio mundo odiaba y envidiaba, la mujer arrogante grosera y fría.

-Me puedes explicar por qué tu jefa, osea la hija de mi jefa está aquí en esta casa, con mi nieta en brazos como si fuera su...

Nos miramos y en ese momento sonó el timbre del departamento, mire a Vanesa y ella nos miró a nosotras con una expresión serena mientras mi hija seguía abrazada a ella.

Mi madre fue a abrir la puerta mientras yo me acercaba a Vanesa.

-Estas bien? - Pregunte preocupada ya que ella al principio parecía indecisa.
-Sí, solo que aún no lo asimilo.
-Lo siento si te sentiste obligada pero ella no paraba de llorar y apenas escuchó tu voz se calmó...- Nos miramos con Vanesa y caí en cuenta de la realidad de mis palabras. Era verdad, mi hija se calmó apenas escuchó la voz de mi jefa, ¿pero realmente fue eso o simplemente fue casualidad? Sea lo que sea estaba confundida.
-Eh... Yo... Puedo cargarla si quieres. - Hablé nerviosa y ella asintió, cuando estaba a punto se pasármela mi madre interrumpió y abrí mis ojos como platos al ver a la persona que estaba junto a ella....

Quédate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora